Estos últimos llevan cuatro días en pie de guerra al considerar que el FNJ invadió las tierras del clan Al Atrash que, según Israel, son propiedad estatal.
Desde el miércoles miles de beduinos se lanzaron a las calles en la zona y a bloquear las carreteras, ante lo cual la policía respondió con balas de goma y gases lacrimógenos.
Decenas de manifestantes fueron arrestadas mientras se reportan numerosos heridos de ambos lados.
Ante esa situación, el partido islamista Lista Árabe Unida (más conocido por Raam, debido a sus iniciales en hebreo) amenazó con no respaldar más al primer ministro ultraderechista Naftali Bennett.
Integrada por agrupaciones ultranacionalistas, de centro, islamista y de izquierda, la variopinta coalición cuenta con apenas 61 de los 120 curules en la Knesset (parlamento), de ahí que los cuatro escaños de Raam sean clave para impedir su caída.
“Estas personas vinieron a protestar, no a pelear”, afirmó Taleb Abu-Sanaa, el exdiputado de esa formación, cuyo dirigente, Mansour Abbas, escribió en Twitter que “un árbol no es más importante que un ser humano”.
En un intento por llegar a un acuerdo, la víspera se efectuó un encuentro entre el ministro de Asuntos Sociales, Meir Cohen, quien encabeza la Autoridad Nacional Beduina, y representantes de la Autoridad de Tierras de Israel, cuyos dirigentes insisten en sembrar árboles sin restricciones.
Ante esa situación, el alcalde de la localidad de Rahat y figura destacada de Raam, Faiz Abu Sahiben, advirtió que el Gobierno caerá si no se detiene por completo la campaña del Fondo.
Sin embargo, el ministro de Vivienda, Ze’ev Elkin, considerado un halcón, prometió que la plantación de árboles continuará.
Medios de presa nacionales consideran que el trasfondo de los choques son los sistemáticos desmantelamientos de las aldeas beduinas en la región, consideradas ilegales por las autoridades.
Para evitar una escalada, el Ejecutivo planea presentar una propuesta “sin precedente” de legalizar de 10 a 12 pueblos en la zona, según reportó la radioemisora Kan.
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