La integración ahora es mucho más necesaria que nunca por el profundo deterioro económico y social de la región a la llegada de esa enfermedad, que generó también la fragmentación de los bloques integracionistas, consideró la subdirectora general del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), Jourdy James.
En Latinoamérica con la llegada de la pandemia hubo un incremento de los nacionalismos, precisamente cuando la integración se estaba redefiniendo,por lo que la integración resulta impostergable para enfrentar las consecuencias de la actual crisis y emprender la recuperación, significó.
La experta del CIEM resaltó que en la región hay un ascenso de la izquierda, favorable para encaminar iniciativas y reactiva proyectos en materia sanitaria, económica y energética, luego de un 2020 que significó el peor en 120 años, con una caída del 7,7 por ciento del Producto Interno Bruto.
Asimismo, la pandemia significó para la economía latinoamericana la pérdida de más de un billón (millón de millones) de dólares, un bajo potencial de crecimiento, 44 millones de desocupados, el incremento de la pobreza en 20 millones de personas, de ellos ocho millones de indigentes, y una deuda abocada a una nueva crisis.
Al respecto, la funcionaria del CIEM advirtió sobre la trascendencia y necesidad de la cooperación ya que la salida de la actual crisis económica se vislumbra muy desigual, y sería primero en aquellos países con posibilidad de capitalizar una solución efectiva.
Otros especialistas del CIEM reafirmaron que el mundo atraviesa una crisis sanitaria de grandes proporciones con profundas implicaciones socio- económicas a escala global, regional y local, y con grandes asimetrías que se profundizan porque han alargado la recuperación aún inconclusa, tras la recesión del 2008-2009.
Puntualizaron que persisten las brechas productivas y la incertidumbre porque no se puede hablar de proyecciones firmes de una salida rápida en un mundo profundamente polarizado, lo que se refleja incluso en la distribución de las vacunas acaparadas por los países poderosos.
Se trata de la mayor crisis después de la Gran Depresión de 1929 a 1933 del pasado siglo, que en el 2020 se tradujo de una caída de la producción mundial del 3,5 por ciento, una interrupción abrupta de las cadenas de oferta y distribución por la debilidad de la demanda, decrecimiento de los servicios, el turismo, el transporte y las remesas.
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