Pese a la existencia de 32 centros asistenciales en el país centroamericano, los habitantes no encuentran, muchas veces, solución a sus problemas de salud y crecen las estadísticas de enfermos de cáncer de pulmón, tuberculosis, dificultades respiratorias, diabetes y desnutrición.
Según datos oficiales, los más afectados son los grupos poblacionales de las áreas geográficas tradicionalmente con mayores niveles de exclusión, pobreza y bajo nivel educativo, fenómeno agudizado luego de la llegada de la pandemia y, por ende, del colapso de los hospitales.
Los indicadores advierten sobre la existencia de 0.08 camas por cada mil hondureños, cifra menor al 2.7 recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el fallecimiento de 10 mil 500 enfermos, desde el reporte de la primera muerte reconocida por Covid-19, el 25 de marzo de 2020.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, más de dos mil médicos están activos en el país, de los ocho mil profesionales del sector, número que representa apenas 2.1 galenos por cada 10 mil habitantes y resulta inferior a los 23 proyectados por la OMS.
La conformación del sistema sanitario incluye una parte estatal, asumida por la Secretaría de Salud y con servicios para el 60 por ciento de la sociedad y el Instituto Hondureño de Seguridad Social encargado del 12 por ciento; mientras 18 por ciento no tiene acceso a esos servicios y 10 por ciento recibe atención privada.
En el presente año, el presupuesto para esa esfera constituye poco más de siete por ciento de la partida general de la República, si bien enfrentan otros conflictos como la falta de transparencia en los procedimientos administrativos y financieros y la ausencia de planificación estratégica.
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