Según el presidente de la institución, Roberto Campos Neto, el fracaso de algunas cosechas y la subida del petróleo a principios de 2022 hicieron que ajustaran sus estimaciones, que preveían el pico inflacionario para enero o febrero antes de comenzar a desacelerarse.
El directivo precisó que Brasil siente la presión de factores internacionales, pero la inflación aquí tiene peculiaridades, con los precios de la energía y los combustibles subiendo más que en el resto del orbe.
También afirmó que el aumento de la inflación en el mundo no se debe a problemas de oferta, sino a un desplazamiento de la demanda tras la recuperación económica en varios países después las fases más agudas de la pandemia de Covid-19, según la revista semanal Veja.
En los últimos meses la economía brasileña ha sido afectada por la elevada inflación, que en 2021 fue la mayor en seis años, y por las altas tasas de intereses, en sus mayores niveles en un quinquenio y que encarecen el costo del dinero.
Criterios de expertos indican que la inflación es alta y parece que seguirá su tendencia alcista a medida que se acerquen las elecciones presidenciales de octubre.
Por otro lado las familias brasileñas terminaron 2021 con el nivel más alto de endeudamiento en 11 años (70,6 por ciento según la Confederación Nacional del Comercio de Bienes, Servicios y Turismo).
De acuerdo con el economista Guilherme Mello, el país perdió la capacidad de suavizar fluctuaciones bruscas en precios de alimentos y combustibles.
Mello señaló como responsable al gobierno actual de Jair Bolsonaro por cambiar, entre otros asuntos, el enfoque de la estatal Petróleos Brasileiros.
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