Desde hace una semana este país tiene dos jefes de Gobierno tras el nombramiento de Fathi Bashagha, por parte de la Cámara de Representantes, en sustitución de Abdel Hamid Dbeibah, quien rechazó abandonar el cargo.
Hay indicios de una profunda división, la crisis se está intensificando, lo cual puede provocar el resurgimiento de esa formación terrorista, consideró el experto Al-Arabi Al-Werfalli, en declaraciones al portal noticioso Al Ain.
Destacó que la situación de inseguridad alimenta la creación de esas organizaciones.
El panorama se volvió más peligroso porque otros grupos como Al-Qaeda y células terroristas durmientes podrían prepararse para regresar a la escena, subrayó.
En sentido similar se pronunció el analista Moataz Belaid, quien recordó que el Estado Islámico (Daesh, por sus siglas en árabe) intentó en la última década explotar cualquier vacío de seguridad en los países de la región.
Para Mukhtar Al-Jadal la situación es más complicada en el sur del país, debido al desierto, la escasa población y las extensas fronteras internacionales.
Precisamente, a finales del pasado mes al menos tres militares y 12 extremistas del Daesh perdieron la vida en combates en la región meridional de esta nación norafricana.
Fundado en Iraq, el Daesh ocupó amplias zonas de ese país y de la vecina Siria con el objetivo de fundar un Estado basado en una visión muy radical y extremista del Islam.
En el contexto de la guerra civil que sacudió a Libia desde el derrocamiento y el posterior asesinato de Muamar al Gadafi en 2011, varias pequeñas facciones proclamaron, con el respaldo de combatientes foráneos, su lealtad a esa formación.
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