El periódico inserta un análisis de su corresponsal en Nueva York, David Brooks, quien explica cómo los líderes políticos de Estados Unidos y Europa ignoraron las advertencias de sus propios estrategas geopolíticos de que estaban provocando un conflicto bélico innecesario con Rusia como el actual.
Dice que una amplia gama, desde los más reconocidos estrategas y arquitectos geopolíticos de la guerra fría hasta los más destacados críticos de éstos mismos, advirtieron durante años esa posibilidad de crisis bélica porque toda expansión de la OTAN alrededor de Rusia, y en particular Ucrania, desde el fin de la guerra fría, sería intolerable para cualquier líder ruso.
Cita a personalidades que advirtieron de esta debacle. George Kennan, uno de los arquitectos de la guerra fría escribió en 1997 en el New York Times: “ampliar la OTAN sería el error más fatídico de la política estadounidense en toda la era pos-guerra fría” pues podría “inflamar” las tendencias nacionalistas y militaristas de Rusia y llevar a “restaurar el clima de la guerra fría”.
Keenan respondiendo a la ratificación de la expansión de la OTAN promovida por Clinton en 1998, expresó con tristeza: “yo creo que esto es el inicio de una nueva guerra fría… creo que es un error trágico. No hay ninguna razón para esto. Nadie estaba amenazando a nadie”.
Henry Kissinger, en un artículo que escribió en 2014 para el Washington Post, reiteró su oposición a un ingreso de Ucrania a la OTAN y advirtió que demasiado frecuentemente el tema se presenta como una confrontación: si debe incorporarse al este o al oeste.
Pero si Ucrania va a sobrevivir y prosperar, no debería de ser la avanzada de cualquiera contra el otro -debería de funcionar como un puente entre ellos. “Estados Unidos necesita evitar tratar a Rusia como un ente aberrante al cual se le tiene que enseñar reglas de conducta establecidas por Washington”.
Brooks señala que Washington, bajo Barack Obama, ya se estaba entrometiendo en los asuntos internos de Ucrania en 2013-2014 donde apoyó un golpe contra un gobierno pro ruso y contribuyó aún más al deterioro de las relaciones con Moscú.
Robert Gates, quien fue secretario de Defensa en los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama, y William Perry, el secretario de Defensa de Clinton, declararon que Estados Unidos merece mucha de la culpa por el deterioro en las relaciones con Rusia, y hasta el actual jefe de la CIA de Biden, William Burns, advirtió que invitar a Ucrania a la OTAN es “nada menos que un reto directo a los intereses rusos”.
Ted Galen Carpenter, especialista en relaciones internacionales del conservador Cato Institute, estima era completamente pronosticable que la expansión de la OTAN llevara a una ruptura trágica, posiblemente violenta, de relaciones con Moscú. Las advertencias fueron ignoradas. Ahora estamos pagando el precio por la miopía y arrogancia de la política exterior de Estados Unidos.
Noam Chomsky, quien ha insistido en que la pregunta básica es ¿por qué sigue existiendo la OTAN? señala que, al desaparecer el Pacto de Varsovia y la URSS, no hay razón para la existencia de la OTAN. Afirma que la única razón es para asegurar la “supremacia” de Estados Unidos en la alianza atlántica, y que ello atiza el conflicto actual.
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