Bashagha juró el cargo ayer en la oriental ciudad de Tobruk, sede de la Cámara de Representantes, y anunció su próximo traslado a Trípoli, donde está atrincherado Dbeibah, respaldado por varias milicias.
La primera medida del exministro del Interior al asumir el nuevo puesto fue emitir un llamado a los organismos financieros, administrativos y de seguridad a ignorar las órdenes de su rival.
Según medios locales, milicianos afines a este último detuvieron la víspera a los nuevos ministros de Relaciones Exteriores Hafez Kaddour y de Cultura Salha Al-Toumi cuando se trasladaban hacia Tobruk.
Hay una abierta lucha por el poder, a corto plazo está claro que el nuevo Gobierno no podrá trasladarse a la capital, estimó el analista Youssef Al-Farsi, citado por el portal noticioso Al Ain.
La Cámara de Representantes, con sede en Tobruk, escogió el 10 de febrero a Bashagha, de 59 años, en reemplazo de Dbeibah al estimar que el mandato de este último expiró el 24 el diciembre último, fecha escogida en un principio para celebrar las elecciones presidenciales. Sin embargo, los comicios fueron aplazados debido a profundas diferencias en torno a varios candidatos, la falta de seguridad y problemas técnicos.
Dbeibah rechazó la tesis del legislativo y aseguró que su mandato continúa vigente hasta tanto no se celebre las justas.
Alcaldes, diputados, políticos, analistas y diversas milicias tomaron partido por uno u otro, mientras otros llaman a la calma y a evitar una mayor polarización que provoque la reanudación del conflicto a lo largo y ancho del país.
Esta nación vive una espiral de violencia desde el derrocamiento de Muamar al Gadafi en 2011, luego de una guerra apoyada por miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, entre ellos, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido.
Bajo el auspicio de la ONU, 75 delegados libios en representación de diversas facciones y territorios, eligieron hace un año al Gobierno de transición, encargado de dirigir al país hasta la celebración de los comicios presidenciales, un proceso en el cual la población deposita toda sus esperanza de poner fin a una larga crisis.
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