“El mundo es demasiado grande para que Europa y Estados Unidos aíslen a cualquier país”, subrayó Peskov, quien reconoció que la nación euroasiática está siendo impactada por fuertes medidas económicas restrictivas, pero aclaró que esto no significa su aislamiento.
En su opinión, hay muchos otros países en el mundo que son “mucho más equilibrados” en sus políticas y “a veces tienen una actitud más razonable ante la dinámica de las relaciones internacionales”, declaró a la prensa.
El alto funcionario ruso manifestó su esperanza de que los países de la Unión Europea y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que ahora adoptan “una posición excesivamente emocional” y “se niegan a entender muchas cosas obvias”, entiendan el porqué de la actitud de Moscú.
Para el jefe de la oficina de prensa del Kremlin, la situación actual de la economía será reemplazada por un rápido crecimiento, a partir del momento en que las empresas extranjeras regresen al mercado ruso y se muestren interesadas en ponerse al día.
“Rusia fue, es y será un país que busca relaciones mutuamente beneficiosas con empresas extranjeras, un país interesado en ser atractivo para la inversión”, indicó.
No obstante, aceptó que el país pasa por “un momento en que es casi imposible hablar sobre el atractivo para la inversión”, aunque manifestó su confianza en que “los tiempos cambian rápidamente, y pronto volverá el momento de un rápido crecimiento económico”.
Rusia inició el pasado 24 de febrero una operación militar en Ucrania, luego que las autoridades de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL) solicitaran ayuda para repeler la agresión de Kiev.
Antes, Moscú reconoció la independencia y soberanía de ambos territorios y firmó tratados de amistad, cooperación y asistencia mutua con sus líderes, los cuales incluyeron el establecimiento de relaciones diplomáticas y la ayuda militar.
El presidente ruso, Vladimir Putin, en un discurso televisado para informar sobre el inicio de la operación, afirmó que el objetivo es proteger a la población de Donbass de los abusos y el genocidio por parte de Kiev durante los últimos ocho años y “desmilitarizar” Ucrania.
En respuesta, el Gobierno de Ucrania rompió relaciones diplomáticas con Moscú, decretó la ley marcial en el país, reclamó ayuda financiera y humanitaria a la comunidad internacional, a la vez que exigió sanciones y “aislar por todos los medios y formatos” a Rusia.
Por su parte, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Japón y los países de la Unión Europea impusieron nuevas sanciones a Rusia, apuntando a sectores clave del comercio, las finanzas, la energía, las exportaciones y la aviación.
Las medidas se extendieron al presidente Vladimir Putin y al ministro de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov, implicaron la desconexión de algunos bancos del sistema de pago internacional Swift, el cierre del espacio aéreo para sus aerolíneas y la paralización de las reservas internacionales del Banco Central de Rusia, entre otras.
Putin manifestó que Rusia no planea ocupar territorios ucranianos, pero advirtió que Moscú tampoco puede permitir que Kiev adquiera armas nucleares y se siga militarizando, lo que constituye un peligro para la seguridad nacional. El mandatario aclaró que la continua expansión de la OTAN resulta inaceptable para Rusia.
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