Si con la Revolución industrial iniciada a mediados del siglo XVIII el vaivén de los precios del carbón mineral fue un detonante reiterativo de crisis inflacionarias, el petróleo lo multiplica desde el mismo momento de su descubrimiento y México, aunque es productor, no está eximido de ese axioma.
La inflación mexicana, que venía alta por efectos exteriores, se ubicó por arriba de las expectativas del consenso del mercado y su variación anual, de 7,28 por ciento, se situó en máximos desde 2000, año en que fue de 10,52, según el Instituto Nacional de Estadística (Inegi).
De acuerdo con Inegi, el Índice Nacional de Precios al Consumidor registró una variación de 0,83 por ciento en febrero respecto al mes anterior y llegó a 7,28, insoportable para el ingreso familiar mínimo, y la perspectiva es que, con las sanciones a Rusia, puede superar el umbral del 8,0 por ciento.
En apenas 13 días de la operación especial militar rusa en Ucrania el precio de los alimentos se disparó hasta ubicarse en el nivel más alto de todos los tiempos, según el índice de precios de los alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La canasta de productos alimentarios, se situó en febrero en 140,67 puntos, 3,9 por ciento más que en enero y 20,7 sobre su nivel de hace un año, lo cual no sucedía desde 2011.
Luis Gonzalí, jefe de Inversiones en Franklin Templeton México, prevé que en marzo será más elevado ya que los efectos de la guerra en Ucrania y las sanciones económicas comienzan ahora. Por las mismas causas la inflación aumentará y generará nuevos y altos impuestos al crecimiento global, opinan analistas de Loomis Sayles.
Citibanamex está persuadido de que las de inflación confirman que las presiones en los precios son generalizadas, y preocupan tres factores: los importes de la energía, aumentos persistentes en los de cereales y alimentos, e interrupciones en cadenas de suministro y precios al productor más graves que lo anticipado.
Aunque la gasolina en los expendios no suba en términos reales, sí lo hará en relación con la inflación y, como siempre sucede, con el aumento de los precios del petróleo subirán los minoristas y el mexicano comerá menos tortilla, pan, tacos, tortas, dulce, enchiladas, chilaquiles y molletes, y, lo peor, se puede estancar o reducir de nuevo, el ritmo de creación de empleos.
De todo esto alertó incluso el Fondo Monetario Internacional, que ve una perspectiva muy negativa en el bloqueo a las ventas de petróleo ruso, hoy por hoy el epicentro de esos negros augurios.
Tanto es así, que la Unión Europea, que respalda la política antirrusa de la Casa Blanca, se resiste a cortar de manera tajante los lazos energéticos con Moscú y teme que el bloqueo al petróleo provoque mayores problemas en el suministro de gas y crudo rusos, del que depende la economía de países como Alemania.
No hay que olvidar que, antes de las sanciones económicas, Rusia suministraba uno de cada 10 barriles de petróleo que consume el mundo, y esa cantidad no se puede reemplazar en dos días.
En Estados Unidos hay una preocupación semejante porque los inventarios de crudo tienen sus límites a pesar del fracking y es imposible usarlos en operaciones dirigidas a controlar los precios internacionales.
Eso explica el ofrecimiento chantajista de Joe Biden a Nicolás Maduro de disminuir el perfil de sanciones a cambio de crudo venezolano y de que Caracas contribuya a través de la OPEP a contener los precios internacionales.
México, hasta ahora, no ha caído en el juego de Biden, y López Obrador acaba de repetir que no aumentará la extracción más allá de lo previsto a pesar de contar con nuevas reservas de fácil acceso a los taladros en tierra firme y aguas someras.
Xi Jinping, el presidente de China, advirtió hoy nuevamente que las sanciones contra Rusia arrastrarán hacia abajo a la economía mundial, y se debe tomar en cuenta.
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