El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) precisó que a esas previsiones se sumaría otro 62 por ciento con alto riesgo de caer en la pobreza en los próximos 12 meses.
En una valoración inicial de la situación en Ucrania, esa agencia consideró que de extenderse la guerra habría un retroceso en los avances registrados durante décadas, tanto en el país como en la región.
Para el administrador del PNUD, Achim Steiner, además del sufrimiento humano inconcebible y la necesidad de ayuda humanitaria inmediata, también están los graves efectos en el desarrollo derivados de un enfrentamiento prolongado que empiezan a ser más evidentes.
La presencia de ese organismo en Ucrania está dirigida al despliegue de equipos especializados en la gestión de residuos, la evaluación de daños y los medios de subsistencia en un contexto de emergencia, incluida la asistencia en efectivo, así como puntos de entrada operativos y plataformas para que los socios humanitarios y de desarrollo puedan canalizar y ampliar su ayuda.
Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) trabaja para minimizar los efectos colaterales del aumento de los precios de los alimentos y la energía, y busca ampliar las operaciones dentro del país para llegar a 3,1 millones de personas.
“Mientras el hambre amenaza directamente a Ucrania, las consecuencias de esta guerra se extenderán por todo el mundo. Rusia y Ucrania juntas exportan alrededor del 30 por ciento del trigo del mundo”, dijo el director ejecutivo del PMA, David Beasley.
Esto podría significar un desastre para millones, ya que en las previsiones del organismo para 2022 advirtió que sería un año de hambre catastrófica, con 44 millones de personas en 38 países al borde de la hambruna, precisó.
Además de suministrar una proporción significativa del trigo del mundo, en los últimos 10 años Ucrania se convirtió en el mayor proveedor de alimentos del PMA, como el aceite de girasol.
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