La muestra, con sede en la casa de campo de la ciudad Corsier sur Vevey donde Chaplin pasó los últimos 25 años de su vida, recrea las locaciones del filme autobiográfico estrenado en 1921, que mezcló la comedia y el melodrama para erigir la crítica social del puritanismo latente en su época.
Según el promotor y diseñador de la institución, Yves Durand, el actor siempre estuvo del lado de los más desfavorecidos y, en su carrera, se atrevió a denunciar el capitalismo, la explotación de los trabajadores y se enfrentó con su inconfundible estilo satírico al poder.
A inicios de la década de 1950, el cineasta abandonó Estados Unidos debido a las acusaciones de comunista, por lo cual se trasladó a Suiza, donde permaneció con su familia hasta 1977, precisamente en la residencia que atesora secretos de una de las cintas más arriesgadas del popular actor.
El largometraje, que en su día causó escándalo, aborda el desamparo infantil desde la visualidad del cine mudo y a la distancia de un siglo mantiene su actualidad al reflexionar sobre los cientos de miles de niños y niñas del planeta que viven en extrema pobreza, padecen enfermedades prevenibles o curables y no tienen acceso a la más elemental educación.
Al decir de Durand, la producción acopió otros valores estéticos como la fotografía que, sin efectos o avances tecnológicos, resulta muy convincente y consigue una perspectiva tridimensional acertada, centros de interés precisos y equilibrio espacial en la mayoría de las tomas.
Destaca, además, por la maestría de los personajes protagónicos con realce para el actor John Leslie Coogan Jr., conocido como Jackie Coogan, quien encarnó al pequeño de cinco años tras impresionar al propio Chaplin por su expresividad ante las cámaras que lo convirtió, posteriormente, en una estrella infantil. Chaplin fue un excelente mimo y un comediante excepcional. Desde sus comienzos creó a Charlot, personaje que interpretó por más de dos décadas y con el que alcanzó fama mundial.
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