Medios locales citan que la senadora demócrata Elizabeth Warren y su colega de partido en la Cámara de Representantes Ro Khanna propusieron la iniciativa conocida como Ley del Futuro del Agua (Future of Water Act).
Presentado el martes en el Día Mundial del Agua, el proyecto llama la atención sobre un tema que se exacerba con las condiciones de sequía, impulsadas por la crisis del cambio climático.
Casi un 10 por ciento de la población de Estados Unidos, unos 30 millones de personas, no tiene acceso a un agua que cumpla los estándares básicos que la hacen apta para la salud, según datos publicados en 2021 por la Agencia de Protección Medioambiental.
Contaminada por diversas sustancias y distribuida desigualmente, el líquido llega a muchos lugares a través de una infraestructura ineficiente y obsoleta formada por kilómetros de tuberías de plomo altamente contaminantes, advierten reportes de prensa.
En marzo del pasado año, los resultados de una investigación independiente de The Guardian revelaron elevados niveles de distintas sustancias contaminantes en varios puntos de instalaciones que suministraban agua a 19 millones de ciudadanos.
Entre las 120 muestras tomadas, 118 contenían plomo, un 35 por ciento arrojó sustancias perfluoroalquiladas o PFAs y un ocho por ciento, arsénico.
Un caso paradigmático es Flint, una comunidad pobre y mayoritariamente integrada por afroamericanos bebieron en 2014 agua contaminada.
Alrededor de ocho mil niños menores de cinco años que han residido en esa localidad podrían padecer daños cerebrales de por vida a causa del alto nivel de plomo existente en el agua de Flint.
A la escasez de este líquido le atribuyen no pocos expertos la razón de venideros conflictos.
Estadísticas a nivel mundial aseguran que el 52 por ciento de los nueve mil 700 millones de terrícolas previstos en el planeta vivirán en regiones con estrés hídrico en 2050.
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