Tras sus victorias, aupadas por el ‘lawfare’ contra líderes opositores, retomaron las agendas neoliberales de antaño con las mismas lógicas, reduciendo el rol del Estado, despreciando a los más vulnerables en una región que sigue siendo una de las más desiguales del mundo.
A su vez, en pocos años también se alejaron de los grandes proyectos de integración regional como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), borrando de un plumazo los esfuerzos que se habían logrado. Cabe mencionar que, sin la palabra y fuerza del Grupo de Puebla para visibilizar las graves faltas de varios gobiernos en contra de procesos democráticos y actores opositores, hoy la situación sería tal vez distinta y más oscura.
PANORAMA POLÍTICO ALENTADOR
Queda mucho por reconstruir y recorrer, pero ahora el panorama político es diferente y más alentador en países como Argentina, Bolivia, pronto lo será en Ecuador y se espera que Chile nos dé una lección al escribir una nueva historia y terminar con el gobierno de Sebastián Piñera, marcado por graves violaciones a los derechos humanos.
El retorno de gobiernos progresistas abre entonces las posibilidades de retomar los caminos de un proyecto regional tangible, y alejarse de esa concepción integracionista meramente neoliberal de la derecha.
Es evidente, y se debe celebrar el eje México/Argentina instaurado tras la visita de Alberto Fernández a su par Andrés Manuel López Obrador. La unión de voces progresistas es sin duda una buena noticia para volver a dar el impulso necesario a la integración regional latinoamericana.
Consejeros/as y diplomáticos/as de ambos países se han esforzado en este ultimo año en dar una salida regional a la pandemia.
Además, han ido reforzando el organismo de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, lo cual es fundamental para apalancar y organizar la cooperación, sobre todo en el contexto de crisis económica que vive la región.
Gracias a la llegada de gobiernos progresistas, suceden hechos, se desarrollan estrategias, y se acerca a lo que Ernesto Samper, expresidente de Colombia y exsecretario general de Unasur definió como ‘matriz de convergencia’ para la identificación de iniciativas comunes.
MULTIPLICAR MECANISMOS DE PARTICIPACIÓN
La integración regional debe ser útil a los pueblos, y ser consolidada junto a la gran mayoría de actores que conforman nuestras sociedades. Las dimensiones de la integración son variadas y complementarias, pero será fundamental multiplicar los mecanismos de participación con y para la sociedad civil.
Si los pueblos no se apropian de los procesos integracionistas, es muy difícil que los defiendan cuando haya un cambio de gobierno y que la nueva autoridad decida salirse.
Sin participación activa de la ciudadanía, los progresistas seguirán con dificultades para darle sostenibilidad a los proyectos de integración con perspectiva emancipadora para Latinoamérica y El Caribe.
Latinoamérica cuenta con total capacidad para tener peso en la comunidad internacional, para conseguir una integración sostenible, para instalar políticas públicas que permitan reducir los niveles de pobreza y desigualdad.
Pero sin una agenda política regional clara y sin la incorporación de la sociedad civil, estamos condenados a sufrir retrocesos cada vez que la derecha llegue a gobernar, en pro de una elite, sin hablar del alineamiento con Estados Unidos.
Los pueblos de la región merecen más y mejor. Hoy, el futuro de la integración latinoamericana y caribeña pasa por el progresismo.
arb/pl
(*) Cientista político, latinoamericanista, experto en cooperación internacional