Hasta ahora los equipos turcos de Seguridad Submarina (SAS) neutralizaron dos artefactos explosivos: uno en aguas próximas al estrecho de Bósforo y otra frente a la ciudad costera de Igneada; mientras las fuerzas de seguridad de Bucarest detectaron y destruyeron un tercero frente al litoral de Constanza.
Según el ejecutivo de Ankara los explosivos fueron arrastrados por las aguas desde la ciudad portuaria ucraniana de Odesa.
Para eliminar el peligro de las minas a la deriva, el Comando de las Fuerzas Navales adopta las medidas necesarias en coordinación con todas las instituciones y organizaciones pertinentes, incluidas las Fuerzas Navales de Rumanía y Bulgaria, aseguró el ente militar turco.
El Servicio Federal de Seguridad de Rusia afirmó días atrás que militares ucranianos instalaron unas 420 minas para impedir el acceso de fuerzas rusas a los puertos de Odesa, Ochakov, Chernomorsk y Yuzhni.
Las corrientes, advirtió, podrían arrastrarlas hacia el estrecho del Bósforo, y de allí al Mediterráneo.
Moscú comenzó en febrero pasado una operación militar especial en el Donbass con el propósito, declarado por el Kremlin, de proteger la integridad de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.
El despliegue respondió a una petición de esos gobiernos, reconocidos por Moscú, ante el incremento de ataques por parte de Kiev y grupos armados neonazis y nacionalistas de extrema derecha.
Rusia advirtió que el operativo no está dirigido contra instalaciones civiles y que el objetivo principal es «desmilitarizar y desnazificar» a Ucrania.
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