El último episodio de desencuentros ocurrió ayer, cuando los comandantes del este anunciaron que suspenden su participación en la llamada Comisión Militar Conjunta 5+5, una entidad que integraban a partes iguales con representantes castrenses del Gobierno basado en esta capital.
Al revelar su postura, los jefes del autoproclamado Ejército Nacional Libio, encabezado por el mariscal Jalifa Haftar, criticaron a Abdel Hamid Dbeibeh por su negativa a renunciar al cargo de primer ministro e instaron a cerrar las instalaciones petroleras con el fin de forzar su dimisión.
Las diferencias entre el este y el oeste del país escalaron el 10 de febrero cuando la Cámara de Representantes, con sede en la oriental ciudad de Tobruk, eligió a Fathi Bashagha como primer ministro interino en sustitución de Dbeibah, quien rechazó entregar el poder antes de los comicios.
Al justificar su decisión, el legislativo, tutelado por Haftar, afirmó que el mandato de Dbeibah expiró el 24 el diciembre último, fecha escogida en un principio para celebrar las elecciones presidenciales.
Sin embargo, los comicios fueron aplazados debido a profundas diferencias en torno a varios candidatos, la falta de seguridad y problemas técnicos.
Desde entonces medios de prensa reportaron diversos choques entre milicias rivales en esta capital y otras zonas del país.
Esta nación vive una espiral de violencia desde el derrocamiento de Muamar al Gadafi en 2011, luego de una guerra apoyada por miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, entre ellos, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido.
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