Desde el final de la Segunda Guerra Mundial 1939-1945), Francia consiguió reducir de forma constante el indicador hasta 2005, fecha en que se estabilizó, sin embargo, a partir de 2012 el número de muertes de niños durante su primer año de vida no dejó de aumentar.
El reportaje citó un estudio publicado por la revista científica The Lancet, que advirtió de “un aumento histórico de la mortalidad infantil en Francia”, así como los datos del Instituto Nacional de Estadística (Insee) de Francia relativos a este indicador y los de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En concreto, las autoridades sanitarias nacionales consiguieron reducir el índice a 3,32 muertes por cada mil nacimientos en 2012, pero ocho años después esta cifra alcanzó 3,7 por mil, lo que supuso pasar del puesto 9, por detrás de Alemania, dentro de la clasificación de los países que integran la OCDE, al puesto 27, empatada con Polonia.
Uno de los coautores del estudio publicado en The Lancet, Grégoire Rey, señaló que “la mortalidad infantil es un punto de alerta para la salud pública que realmente tiene sentido. Un descenso es símbolo de un sistema sanitario que va bien. Por el contrario, un aumento indica una disfunción”.
Igualmente existen grandes brechas territoriales que relacionan aumento de la mortalidad infantil con peor calidad de vida, así en los territorios de ultramar como la Guayana Francesa, o las islas de Guadalupe, Martinica o Reunión el indicador alcanza entre 7 y 8 muertes por cada mil nacidos.
Incluso en la Francia continental varias provincias se acercan al 5 por mil, y en Sena-Saint Denis y Belfort sube hasta los 5,3 y 5,7, respectivamente.
Los expertos consideran que dos son los datos que pueden explicar estas variaciones, por un lado la falta de recursos en los territorios más deprimidos y, por otra, el recorte de inversión pública en el terreno de las prestaciones sociales y la atención sanitaria.
De acuerdo con el estudio “aunque el aumento de la mortalidad infantil parece ser un síntoma de una pobreza más amplia, algunas decisiones de política sanitaria pura pueden haber influido también en el aumento de la mortalidad neonatal”.
Según el investigador de la Universidad de la Sorbona Gérard Francois Dumont “podemos estimar que el cierre de muchas pequeñas maternidades explica en parte el estancamiento y quizá el actual resurgimiento de la mortalidad infantil”.
Debido a los recortes presupuestarios 338 unidades de maternidad, de las 835 existentes, fueron cerradas entre 1997 y 2019, y este hecho sumado a la creciente falta de médicos pediatras pone en mayor peligro “la vida de los niños no nacidos, pero también a las mujeres que dan a luz”, aseguró Dumont.
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