En el centro de la diana está el jefe de Hamas en la franja de Gaza, Yahya Sinwar, quien llamó en las últimas semanas a intensificar las acciones contra las fuerzas ocupantes.
En ese contexto, las presiones al gobierno de Tel Aviv aumentaron tras el reciente ataque de dos palestinos en la ciudad israelí de Elad, que causó la muerte a tres personas.
Sinwar debe ser castigado, “hubo opciones para asesinarlo en el pasado y las habrá en el futuro, la decisión se tomará de acuerdo a la necesidad y las consecuencias”, expresó a la radio el presidente del Comité de Asuntos Exteriores y Seguridad de la Knesset (Parlamento), Ram Ben Barak.
En similar sentido se pronunció el general Giora Eiland, exjefe del Consejo de Seguridad Nacional.
Empiezo a ver los beneficios de deshacerme de Sinwar, creo que vale la pena discutirlo, a pesar de todas las nefastas consecuencias, apuntó.
Mientras, el ministro de Comunicaciones, Yoaz Hendel, consideró que fue un error liberarlo como parte del intercambio de prisioneros con Hamas hace una década.
Por su parte, Kobe Michael, del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, llamó al Ejército a ejecutar una nueva ofensiva contra el enclave costero, controlado por Hamas y donde viven más de dos millones de palestinos.
En las últimas horas varias milicias palestinas amenazaron con reiniciar el lanzamiento de cohetes contra Israel si sus autoridades intentan asesinar a cualquier dirigente.
La máxima figura de Hamas, Ismael Haniyeh, quien en el pasado fue objetivo de Tel Aviv, minimizó las declaraciones israelíes.
Las amenazas del enemigo no nos disuadirán de “defender nuestra tierra y nuestro derecho al retorno (de los refugiados) y a la liberación de nuestros prisioneros”, subrayó en un comunicado
Durante la llamada Intifada de Al Aqsa (2000-2005) las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia de este país utilizaron de forma sistemática esa política, cuestionada por la comunidad internacional.
Según el Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados, de 2002 a 2008 al menos 387 palestinos perdieron la vida en esas operaciones.
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