La invalidación de tal sometimiento fue el resultado de la llamada Ley Áurea, que prohibió legalmente el flagelo en el gigante suramericano. Tras un gran movimiento popular, más de 700 mil esclavos fueron liberados de sus crueles servicios.
Brasil era el mayor territorio esclavista de Occidente y el último de América en prohibir de forma oficial la esclavitud.
Durante unos 350 años, esta inmensa nación tuvo más de 4,5 millones de esclavos africanos, que trabajaban de modo forzado e inhumano para los gobernantes.
Historiadores aseguran que la abolición de la esclavitud no ocurrió por empatía, pues fue un proceso muy debatido, porque los vejados eran importantes para la economía y los campesinos con poder y tierras no querían liberar a sus siervos.
La primera ley que flexibilizó la servidumbre fue la denominada Ley Eusébio de Queirós, que prohibía el comercio negrero, pero permitía que los africanos que permanecían en territorio nacional siguieran siendo esclavos.
Esto ocurrió para evitar una guerra contra Inglaterra, que tenía en vigor el proyecto de ley Aberdeen, la cual daba a la Marina derechos para actuar estrictamente contra el comercio de esclavos.
La Central Unitaria de Trabajadores (CUT) reseña en su página oficial que el 13 de mayo no se celebra como día de liberación para los hombres y mujeres de raza negra.
Para los dirigentes sindicales y de grupos negros, cuando la princesa Isabel firmó la Ley Áurea «no dictó ninguna medida para garantizar una supervivencia digna a los negros y negras secuestrados en el continente africano, esclavizados durante años, liberados y arrojados a la calle con lo puesto y nada más. Esto contribuyó a la perpetuación del racismo».
La fecha, aseguran esos líderes, debe servir como «día de reflexión sobre las condiciones reales de vida de esta población, no solo en aquellos tiempos, sino también en la actualidad».
De acuerdo con Anatalina Lourenço, secretaria de lucha contra el racismo de la CUT, la discriminación racial en Brasil es estructural y rige casi todas las relaciones económicas y sociales.
Estadísticas del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística revelan que el desempleo entre los negros es 71 por ciento mayor que entre los blancos.
«Llegamos a 2022 en una condición en la cual podemos decir que los trabajadores ya no están esclavizados, sino que están relegados al trabajo esclavo. Ocupamos los peores puestos posibles», subrayó Lourenço.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva denunció en 2020 que la esclavitud está presente en el alma de la élite blanca en Brasil que todavía trata a las personas con falta de respeto y de una manera indigna.
jha/ocs