La mediática manifestación y las campañas de incitación que la acompañan son parte integral de los proyectos y planes de la ocupación, denunció en un comunicado el Ministerio de Relaciones Exteriores.
El objetivo es intentar imponer la soberanía israelí sobre toda la urbe y consagrar su anexión, agregó.
La cancillería consideró que la llamada Marcha de las Banderas es “una extensión de la continua agresión israelí contra nuestro pueblo en general y Jerusalén y sus lugares santos, en particular”.
Asimismo, criticó los intentos de las autoridades de ese país de eliminar la presencia palestina en la ciudad.
Ante esa situación, responsabilizó el gobierno del ultraderechista primer ministro Naftali Bennett por “sus decisiones extremistas y sus actividades coloniales”.
También advirtió de los peligros y repercusiones de las campañas de incitación cargadas de violencia, odio, y racismo.
El ministro israelí de Seguridad Interior, Omer Barlev, aprobó la pasada semana que la nueva edición anual de la marcha atraviese zonas del Barrio Musulmán, en la Ciudad Vieja, lo cual es considerado una provocación por los palestinos.
La manifestación en el corazón de Jerusalén Este es solo una excusa de la extrema derecha para incendiar el área y causar disturbios en las calles, escribió días atrás en Twitter el legislador árabe-israelí Ayman Odeh, dirigente de la Lista Conjunta, una alianza de partidos árabes y de izquierda.
También su colega en el hemiciclo Aida Touma-Sliman cuestionó al Gobierno al considerar que “insiste en echar leña al fuego, a un precio sangriento”.
La Marcha de las Banderas es una celebración nacionalista de incitación y quema, la marcha de miles de activistas de derecha instigados en las calles de Jerusalén Este ocupada es un dedo en el ojo para todo el pueblo palestino, advirtió.
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