Estos actos no tienen base legal y constituyen agresión, ocupación, limpieza étnica y social y la expulsión de la población de sus hogares y la expropiación de sus propiedades, afirmó la Cancillería en dos cartas enviados al Secretario General de las Naciones Unidas y al Presidente de turno del Consejo de Seguridad.
Rechazó categóricamente las pretensiones turcas de establecer una “zona segura” en el norte de país y consideró que la misma busca consagrar un foco explosivo dentro de Siria que favorece las agendas del gobierno de Ankara.
Este plan es un proyecto colonialista y agresivo, y constituye una amenaza potente para la paz y la seguridad regional e internacional, afirmó el texto.
Acusó a la Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de pretender de manera irresponsable ampliar el conflicto en la región al utilizar la soberanía, independencia e integridad territorial de Siria como carta de chantaje y negociación con Ankara.
La Cancillería destacó que el gobierno sirio se reserva su derecho de tomar todas las medidas necesarias en virtud de la Carta de la ONU para enfrentar las prácticas de agresión, ocupación y limpieza étnica perpetradas por el régimen turco.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró que su país completó los preparativos para lanzar una operación en el norte de Siria para controlar una franja fronteriza de 30 kilómetros de profundidad con el argumento de eliminar la amenaza de las milicias kurdas.
Desde 2018 los militares turcos y agrupaciones armadas ilegales controlan extensas áreas en las provincias de Idlib, Alepo, Raqa y Hasakeh en el norte de Siria.
En varias ocasiones Damasco denunció esa presencia y la calificó de ocupación, además de asegurar que impide la liberación completa del terrorismo.
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