Un intento de más de un centenar de exalmirantes turcos de llamar la atención al inicio de una discusión aquí sobre el contenido del mencionado tratado, firmado en 1936, provocó una fuerte reacción del presidente Recep Tayyip Erdogan.
Para el mandatario turco, la carta abierta publicada por los exmilitares es un intento de avivar las ansias de golpismo de los uniformados, a los cuales por mucho tiempo se les consideró garantes del carácter laico de esta nación euroasiática.
Se trata de una demostración de acoso a la democracia y la libertad de expresión, estimó Erdogan, quien tras un fracasado intento de golpe de estado en julio de 2015 realizó una profunda purga en las Fuerzas Armadas, incluida en su oficialidad.
El jefe de Estado, quien ansía conceder a ese puesto amplias prerrogativas constitucionales, considera que la revuelta de hace cinco años estuvo organizada por el clérigo musulmán Fethullah Gulen, quien reside ahora en Estados Unidos.
La televisión capitalina recuerda que Gulen fue hasta 2013 una personalidad muy cercana a Erdogan hasta que las diferencias entre ambos forzaron la salida de Turquía del clérigo, quien en su momento gozaba de gran influencia entre militares y fiscales.
De acuerdo con la agencia Anadolu, al menos una decena de oficiales de diferentes rangos fue condenada a cadena perpetua la semana pasada, en medio de procesos judiciales vinculados al golpe de estado de 2015.
Pero la reacción de Erdogan tampoco cerró la posibilidad real de discutir sobre los compromisos de Ankara respecto al Tratado de Montreux, en caso de construirse el canal de Estambul, de 45 kilómetros, entre el mar de Mármara y el mar Negro.
El canal de Estambul reforzaría nuestra soberanía sobre esa región, admitió el jefe de Estado turco, quien aclaró que el mencionado tratado de ninguna forma regiría en el tráfico comercial por el mencionado canal.
La propuesta de la nueva vía para acceder al mar Negro data de 2011, cuando Erdogan eran aún Primer Ministro, pero solo en marzo pasado se aprobó un proyecto concreto por unos nueve mil millones de dólares para realizarlo.
Por los estrechos de Bósforo y Dardanelos pasan 160 buques diarios, tanto civiles como militares, aunque estos últimos están sujetos a regulaciones específicas. En total, son más de 55 mil las embarcaciones que circulan por esa vía en el año.
El nuevo canal pretende facilitar el paso de unos 59 mil buques anuales. Con lo ocurrido recientemente en el canal de Suez, donde un portacontenedores bloqueó esa vía por varios días, la idea de canal de Estambul tomó fuerza.
Sin embargo, expertos se refieren a la preocupación en Occidente ante la posibilidad de que Ankara y Moscú lleguen a un acuerdo sobre esa vía, por donde circulan a menudo naves de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Rusia y Turquía llegaron a consensos en temas como el ser garantes de la paz en Siria, el gasoducto Torrente Turco o la compra de misiles rusos S-400 por Ankara, destaca la prensa capitalina.
La analista rusa Irina Alksnis, citada por la televisión local, estima que un refuerzo de la posición turca en los citados estrechos reduciría la facilidad de que gozan ahora buques militares de la alianza atlántica al pasar por allí.
De cualquier forma, Turquía deberá permitir el tránsito de buques militares de hasta 15 mil toneladas de desplazamiento, pero solo si son menos de siete al mismo tiempo. Esas naves pueden permanecer hasta 21 días dentro del mar Negro.
Muchas preguntas surgen sobre la justificación comeercial del canal de Estambul, por el cual los buques deberán pagar un arancel, cuando cerca de esa vía existe otra gratuita por los mencionados estrechos.
Erdogan, en ese sentido, deja claro que, de ser necesario en un futuro reforzará la soberanía turca sobre esa región.
mem/to
