En términos estrictamente diplomáticos y programáticos, el evento sirvió para ilustrar una clara debilidad en la administración de Joe Biden para desarrollar política en la llamada área de influencia natural estadounidense, según un artículo publicado en el portal Misión Verdad.
De acuerdo con el grupo de investigación y análisis, la cita regional culminó sin ningún saldo significativo para el continente; “por el contrario, los significados políticos más relevantes en torno al evento tomaron forma por las reacciones precedentes y por las ausencias en el mismo”.
La publicación señaló además que la relevancia de la IX Cumbre no estuvo dentro del evento, sino fuera de este y por quienes no estuvieron en la cita, concretamente por la exclusión de Nicaragua, Cuba y Venezuela, las cuales estuvieron en el centro de la conversación y la opinión pública a escala internacional.
El saldo transversal del evento –subraya Misión Verdad- fue de clara sedimentación y ruptura; “la administración Biden, que en teoría lograría aglutinar al continente dentro de su diversidad política dando vuelta de hoja a la política hostil de (Donald) Trump, terminó siendo más pérfida y errática”.
Según la fuente, el mandatario estadounidense propició con este evento nuevos distanciamientos claros, no solo con Cuba, Nicaragua y Venezuela, sino también con otros países otrora aliados, como México, El Salvador y Guatemala.
Destacó además que, dentro o fuera de la Cumbre, tampoco no le fue nada bien a la Organización de Estados Americanos, pues en el terreno de las declaraciones y dentro de la propia orientación diplomática de varios países, el organismo cosecha su período más acentuado de deslegitimación y pérdida de la credibilidad.
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