Pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) insistió en que limitar la movilidad entre países no es un medio eficaz para gestionar una pandemia, la mayoría de los gobiernos restringieron los viajes, una medida que solo sirvió para paralizar la conexión aérea global con enormes consecuencias económicas y humanas.
Según la IATA, con sede en Montreal, la restauración de esa conectividad es un desafío en un entorno en que muchos países aplican aún medidas locales que distan de los estándares globales, además de acciones que impiden a la industria aeronáutica preparse para afrontar la aceleración que experimentan los viajes aéreos.
Es vital restaurar la confianza de la población con una gestión eficaz de las crisis sanitarias, ya que el problema principal no fue la expansión del virus, sino el miedo a encontrarse con restricciones fronterizas repentinas y arbitrarias, apuntó el director general adjunto de la IATA, Conrad Clifford.
Para el alto funcionario se deben analizar y aprender las lecciones dejadas por la pandemia para gestionar futuras crisis de salud sin poner en riesgo el cierre de fronteras, porque no es una estrategia global efectiva para controlar una enfermedad.
En su opinión, debe mantenerse el equilibrio entre las medidas de salud y el impacto económico y social de la conectividad aérea al aplicar restricciones de viaje, y ejemplificó su impacto en la aviación que en 2019 generó casi 40 millones de empleos y aportó 3,5 billones (millón de millones) de dólares al producto interno bruto mundial.
Además, consideró tener en cuenta la confianza del viajero que exige medidas coherentes e información clara, pues solo en enero de 2022 existían unas 100 mil normas diferentes que afectaban a los viajes internacionales, las cuales generaron confusión y causaron un enorme perjuicio en las operaciones aéreas.
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