Por Luis Manuel Arce Isaac
Corresponsal de Prensa Latina en México
Así piensan analistas de Goldman Sachs y Standard & Poors y estudiosos bursátiles en los mercados del tratado trilateral de libre comercio conocido por sus siglas TMEC, aunque sus gobernantes, Andrés Manuel López Obrador, Joe Biden y Justin Trudeau mantienen la esperanza, al menos en público, de que a ninguno se les unirá la inflación con un estancamiento económico.
López Obrador estimó que a pesar de los pronósticos -el Banco Mundial la da casi por hecho en 2023-, no va a haber recesión económica en Estados Unidos, pero si se agrava su situación, va a ser temporal, transitoria.
De tener razón el Banco Mundial, México al parecer estaría más afectado que Canadá porque este último país no tiene braceros en Estados Unidos y el impacto sería en la cadena de valores.
Mientras, México tiene 40 millones de ciudadanos en Estados Unidos que remesan cada año hasta 50 mil millones de dólares a sus familiares, lo cual mantiene un alto nivel de consumo interno.
El mandatario mexicano admitió que los tres países buscan cómo ayudarse mutuamente, pero especialmente México y Estados Unidos, cuyas economías son muy dependientes no solamente por las maquilas, sino también por la imbricación tecnológica y vínculos mineros.
Dijo López Obrador que ese será uno de los temas a tratar con el presidente Biden en su reunión de julio. Es decir, “cómo ayudarnos en el caso de que continúe la inflación y se profundice la crisis económica porque se puede hacer mucho para integrar nuestras economías”.
Puso como ejemplo la producción de combustibles en crisis por la guerra en Ucrania, pero su base -en el criterio del mandatario mexicano- está en que el mundo, y en especial América del Norte, perdió capacidad de refinación de crudo y es lo que ahora trata de recuperar México, al igual que con la licuefacción del gas.
Admitió que recuperar estándares de producción en ambos renglones lleva tiempo, pero si trabajan de conjunto se pueden acortar los plazos para solventar la crisis y evitar los extremos de una estanflación o, si esta llega, que no sea duradera.
Lo mismo podría hacerse con la producción de energía eléctrica si se acudiera a la colaboración y argumentó que de construirse una batería de plantas solares en Sonora, México, hasta la frontera con Estados Unidos, no sólo se podrían tender líneas de transmisión en la Baja California mexicana, sino exportarla a la California estadounidense.
Reveló López Obrador que los dos gobiernos están trabajando en proyectos de ese tipo y se comprometió a dar información al respecto, aunque no aclaró si estará en la agenda de julio.
PARA TRATAR DE ATAJAR EL GRAVE PROBLEMA
Entretanto, el gobierno se reorganiza para tratar de atajar la inflación, muy alta en México, aunque la acorralaron en un poco más de 7,0 por ciento sin que se mueva mucho hacia arriba, pero de todas formas es muy dura para la población común.
La reunión de julio en la Casa Blanca está llamada a ser un momento clave para ambos presidentes, quienes se encuentran en el tramo final de sus mandatos respectivos actuales que concluyen en 2024 y, aunque por causas y objetivos diferentes, están urgidos de impedir cataclismos económicos.
No obstante, Goldman Sachs advirtió al Tesoro que la administración demócrata debe enfrentar la realidad de que tiene un 30 por ciento o más de posibilidades de caer en recesión económica durante 2023, en medio de una inflación récord y un contexto macroeconómico débil, alimentado por la guerra en Ucrania.
La actuación de la Reserva Federal le da crédito al pronóstico de Goldman, al aprobar la mayor subida de tasas de interés desde 1994 para frenar la aceleración de la inflación y otros bancos centrales, incluido el de México, hacen lo mismo y toman medidas agresivas para endurecer su política financiero-monetaria, lo que significa un nuevo lastre para el crecimiento.
Ante las críticas a su conducción económica y política, Biden se defiende, niega que él sea culpable de la inflación, y rechaza que la política de sanciones muy agresivas y preocupantes a Rusia -o no haber buscado una salida diplomática negociada para evitar esa guerra-, esté en el centro de la actual situación.
Respondió con una afirmación sin base convincente de que la recesión “no es inevitable” y que la inflación se puede controlar aún cuando está en el nivel más elevado en casi 41 años.
Obviando los graves problemas que creó su decisión de cerrar oleoductos rusos y paralizar el suministro de petróleo, gas y alimentos de Rusia -y consecuentemente de Ucrania- a Europa y apretar al máximo la tuerca para “aislar” a Moscú como si se tratase de una república bananera, Biden criticó a las grandes compañías petroleras por beneficiarse del aumento de precios y no incrementar la producción como deberían.
Aseguró que las empresas necesitan pensar en el mundo a corto plazo, y no sólo en sus inversionistas.
“Tengan confianza, porque yo confío en que estamos en mejor posición que cualquier otro país del mundo para adueñarnos del segundo cuarto del siglo XXI. No es una exageración, es un hecho”, dijo en un tono imperial.
ALERTA SOBRE RIESGOS
Sin embargo, el presidente del Banco Mundial, David Malpass, mantuvo su alerta sobre el riesgo de una estanflación generalizada, como indicó la entidad en su informe actualizado Perspectivas Económicas Globales, publicado el 14 de junio.
Lo achacó a la guerra en Ucrania y la pandemia de Covid-19, pues ambas acentuaron la desaceleración de la economía mundial.
El economista Paolo Pasquariello, profesor de Finanzas de la Universidad de Míchigan, dijo a la BBC News de Brasil en marzo pasado, que las sanciones actuales contra Rusia se consideran únicas en el alcance y la velocidad con la que se adoptaron.
Pero se diferencian de otras en que apuntan a una potencia nuclear y a un país que, pese a no ser considerado un gigante económico, tiene un papel geopolítico crucial.
Tienen una magnitud y alcance que nunca vi en otras sanciones en mis 50 años de vida y sus impactos en la crisis económica rusa deberían afectar al resto del mundo, con su alza global en los precios del petróleo y un golpe en la inflación.
Curiosamente, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, reconoció en entrevista para el programa This Week de la cadena ABC News, el domingo 19 de junio, que la inflación era «inaceptablemente alta» y esto se debía en parte a la subida de los precios de la energía y los alimentos, provocada por el conflicto entre Rusia y Ucrania.
¿Entonces, será Biden culpable o no de la inflación y sus graves consecuencias?
arb/lma