En vista de que el punto álgido de la crisis se acerca con rapidez, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) puso en marcha un plan de respuesta rápida y mitigación.
Este, según explicó, está centrado exclusivamente en los cuatro epicentros de la sequía en la región, Djibouti, Etiopía, Kenya y Somalia.
Se trata de una iniciativa ampliada hasta diciembre con el objetivo de prevenir el deterioro de las condiciones de seguridad alimentaria y proteger los medios de subsistencia y, por lo tanto, la vida de casi cinco millones de personas en las zonas rurales de esos cuatro países.
Para ello solicitó 219 millones de dólares, de los cuales solo recaudó unos 47 millones, lo que deja un déficit de 172 millones.
De acuerdo con el director de Emergencias y Resiliencia de la FAO, Rein Paulsen, con los fondos recibidos hasta el momento se podrá socorrer a unas 700 mil personas cuyas vidas corren peligro, quienes recibirán paquetes de asistencia de dinero en efectivo y de apoyo a los medios de subsistencia.
Según estimaciones, en las esferas de la sanidad animal y la rehabilitación de las infraestructuras, se podría llegar a millones de personas si el plan se financiara en su totalidad, precisó Paulsen.
“Que todo siga igual ya no es una opción. Es hora de invertir adecuadamente en una asistencia más eficiente y con visión de futuro, vinculándola a la asistencia para el desarrollo a largo plazo”, afirmó.
La sequía es uno de los peligros naturales más devastadores, paraliza la producción de alimentos, agota los pastos, altera los mercados y, en su forma más extrema, causa una mortandad generalizada de seres humanos y animales.
También puede impulsar la migración de las zonas rurales a las urbanas y acrecentar así la presión sobre la producción de alimentos, ya en disminución.
En tanto, los pastores se ven obligados a buscar fuentes alternativas de comida y agua para sus animales, lo que puede crear conflictos entre las comunidades que compiten por los pocos recursos disponibles.
Datos de la FAO indican que hasta principios de mayo de 2022, la temporada larga de lluvias en la región (marzo-mayo) dejó escasas precipitaciones.
De esa manera se registró la cuarta temporada de lluvias por debajo de la media en Etiopía, Kenya y Somalia, situación sin precedentes con graves repercusiones en la seguridad alimentaria.
La región sufre ya unos altos niveles de inseguridad alimentaria, pues se calcula que hay 16,7 millones de personas en situación de crisis.
Esto es la etapa tres de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases, o aquejadas de un nivel aún peor, debido únicamente a la sequía en Etiopía, Kenya y Somalia.
Tan solo en Kenya es probable que 4,1 millones de personas padecieron esa condición al cierre del pasado mes, por encima de los 3,5 millones estimados inicialmente para el mismo período.
En Somalia, unos 7,1 millones de personas (cerca de la mitad de la población) se enfrentan ahora a una situación de inseguridad alimentaria de crisis o peor al menos hasta septiembre, entre ellas 2,1 millones de personas en situación de emergencia y 213 mil en situación de catástrofe.
Sobre esa base, el coordinador de la Oficina Subregional de la FAO para el África Oriental, David Phiri, afirmó que el costo de la acción humanitaria será exponencialmente mayor.
Las repercusiones en la vida de las personas se prevén tremendas si no se actúa a tiempo o en la escala necesaria para evitar una catástrofe, subrayó.
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