Familiares del niño, originario de Sololá, acudieron a la Fuerza Aérea junto a autoridades del Gobierno, después de más de dos semanas del hallazgo de un furgón en una carretera de San Antonio con 53 personas asfixiadas dentro, entre ellas, 22 guatemaltecas.
En la ceremonia luctuosa participó el canciller Mario Búcaro, quien aseguró que trabajan para repatriar dignamente al resto de los connacionales.
Para mañana y el domingo se espera el arribo de los féretros de los otros dos menores, Juan Wilmer Tulul, de 14 años, y Jonny Tziquin, de 17, también de Sololá, de acuerdo con una nota del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Por su parte, los padres de Guachiac, de solo 13 años, contaron a la prensa que su hijo decidió irse a Estados Unidos para darle una mejor vida a su familia y tener mayores oportunidades.
«El sueño de él era ayudarnos», explicó, una historia repetida ante los altos niveles de pobreza, desempleo y violencia de este país centroamericano, uno de los principales expulsores de migrantes en Centroamérica.
El menor salió de su casa, en la aldea Tzucubal, Nahualá, el pasado 16 de junio, junto a su primo de 14 años, quien también falleció en la tragedia.
La familia de Guachiac narró que acordaron con los coyotes el pago de 105 mil quetzales (un poco más de 13 mil dólares) cuando el menor llegara a Houston, Texas, y aunque no pagó ese monto, no sabe qué pasará.
En su testimonio al diario La Hora, contó entre lágrimas, que solo les queda el recuerdo de una foto impresa de Melvin.
Los procesos de repatriación son lentos, pero existe la intención de no escatimar recursos para hacerlo y apoyar a las familias con un trato digno y opciones de estudios, explicó Búcaro, ante críticas sobre el alcance de los programas estatales en las comunidades más vulnerables del país.
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