De acuerdo con la reconocida experta en meteorología espacial Tamitha Skov, un largo filamento de plasma del Sol en «forma de serpiente» se dirige a la Tierra, lo cual derivaría en una enorme tormenta geomagnética.
Se trata de un aumento brusco de las partículas emitidas en las erupciones del llamado Astro Rey, que alcanzan nuestra magnetosfera y provocan perturbaciones del campo magnético que también afecta las redes de energía eléctrica, oleoductos y gasoductos.
En un mensaje en su cuenta en Twitter, la también asesora de la NASA y conocida como la ‘Space Weather Woman’ (Mujer del clima espacial), escribió que también se esperan interrupciones en las señales de los servicios de radiodifusión y GPS (Sistema de Posicionamiento Global).
Señaló que la orientación magnética de ese fenómeno solar es difícil de pronosticar; sin embargo, si su campo se orienta hacia el sur, podría provocar una tormenta moderada de categoría G2 o posiblemente G3.
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos ha definido una escala para cuantificar la intensidad y los efectos de las tormentas geomagnéticas.
Consta de cinco posibles valores que van desde G1 a G5 relacionados con los valores del índice Kp alcanzado, e indica la frecuencia promedio con que aparecen en cada ciclo solar.
Dicho índice K de tipo cuasi-logarítmico indica la perturbación del campo geomagnético a nivel local, tomando como referencia la curva de variación diaria de un día en calma del observatorio en el cual se mide durante intervalos de tres horas.
A nivel planetario se define el índice Kp que se obtiene por el cálculo de la media ponderada de los índices K observados en una red de laboratorios de este tipo repartidos por el mundo.
Aunque todos esos procesos pudieran encender algunas alarmas, la propia Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA) ha especificado en otras ocasiones que en la Tierra existe una protección de la radiación de las llamaradas gracias a nuestra atmósfera.
En el presente año han ocurrido varias tormentas solares. En marzo, tuvieron lugar dos de esos eventos; pero de escasa incidencia y que no causaron problemas severos; y el pasado 3 de julio hubo otra con en auroras boreales muy llamativas y visibles en Canadá.
Skov puntualizó en sus redes sociales digitales que el Sol está en una fase muy activa de su ciclo de 11 años, y fenómenos como esos no son extraños ni especialmente dañinos, aunque obviamente los problemas puntuales en los elementos de geolocalización pueden ser preocupantes.
Registros anteriores refieren que 1859 hubo una, llamada Tormenta de Carrington por el astrónomo que la identificó; y se observaron hubo auroras boreales en Cuba; Honolulu en Hawái, y una austral en Santiago de Chile.
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