Durante la misa realizada este martes frente a 50 mil personas en el Commonwealth Stadium, de Edmonton, el Sumo Pontífice convocó a aprender -como individuos y como Iglesia- a no oprimir nunca la conciencia de los demás y no encadenar la libertad de quienes tenemos cerca.
También exhortó a no dejar nunca de amar y respetar a las personas que nos precedieron y ahora tenemos a nuestro cuidado, dijo en su homilía, que dedicó a la fiesta de los abuelos celebrada hoy en honor al día de Santa Ana y San Joaquín, padres de María y abuelos de Jesús, en la tradición católica.
Según expresó, debe construirse un futuro de respeto para las personas mayores y un futuro en el cual “no se repita la historia de violencia y marginación que sufren nuestros hermanos y hermanas indígenas».
El sumo pontífice dio una vuelta al estadio en el papamóvil para saludar a los fieles y permaneció sentado la mayor parte de la ceremonia religiosa debido a sus problemas en la rodilla.
El Papa se dirigió a los feligreses en español y aseguró que “abuelos y nuestros mayores deseaban ver un mundo más justo, más fraternal y más solidario”.
Según lo previsto, en esta jornada visitará el lago de Santa Anta, lugar sagrado para los indígenas, convertido en sitio de peregrinación de los católicos.
El prelado -de 85 años- consideró que su viaje a Canadá es una «peregrinación penitencial» y en su primer discurso aquí, la víspera, pidió perdón a los indígenas por los abusos que sufrieron en los llamados “procesos de asimilación”.
De acuerdo con datos oficiales, los fieles católicos de Canadá representan ahora un 44 por ciento de la población.
La agenda del Papa en Canadá se extenderá hasta el 29 de julio e incluirá una misa en el Santuario Nacional de Sainte Anne de Beaupré y conversaciones con autoridades religiosas en la Catedral de Notre Dame.
Desde mediados del año pasado, los canadienses comenzaron a descubrir tumbas de niños indígenas en sitios que pertenecían exclusivamente a antiguos internados controlados por los católicos.
El mayor hallazgo ocurrió en la provincia Saskatchewan, donde se develaron 715 tumbas sin identificar, lo cual llevó al primer ministro Justin Trudeau a pedir disculpas y a exigir a la Iglesia asumir su responsabilidad.
De 1890 a 1997, alrededor de 150 mil infantes de pueblos originarios canadienses fueron internados en decenas de residencias escolares creadas por el Gobierno y administradas por órdenes religiosas, principalmente católicas, donde sufrieron abusos físicos, psicológicos y sexuales.
Una delegación de indígenas canadienses viajó al Vaticano en abril de este año y se reunió con el Papa, quien se disculpó formalmente por ese pasado.
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