Ese espacio, declarado Patrimonio Mundial de la Unesco en 1983, utilizará por primera vez en la nación europea una técnica consistente en la pulverización del líquido sobre la roca para eliminar microorganismos vivos, sin necesidad de restregar o retirar el producto.
Según los especialistas, el empleo del biocida ayudará a la supresión de musgo, hongos, líquenes y algas y retrasará la reaparición de los mismos de la manera menos invasiva posible, con la protección del entorno y la conservación del patrimonio.
El éxito de la fórmula depende de las condiciones meteorológicas y cumple con un triple objetivo de sostenibilidad: histórico, al no requerir intervención mecánica y ayudar a la preservación del monumento; ambiental y económico, pues se realiza en ciclos cortos y evita los costos de grandes inversiones.
Los trabajos de salvaguarda del claustro acontecen en paralelo a la reapertura de los sitios culturales de Portugal, cerrados desde el 15 de enero como consecuencia de medidas de aislamiento para evitar contagios con el virus SARS-CoV-2.
El monasterio de los Jerónimos de Santa María de Belém es un antiguo convento de la Orden de San Jerónimo, ubicado en el barrio de Belén, y diseñado en el estilo manuelino—corriente arquitectónica desarrollada bajo el reinado de Manuel I— por el arquitecto Juan de Castillo.
Inaugurado en 1501, la construcción de ese edificio fue financiada gracias al cinco por ciento de los impuestos obtenidos de las especias orientales, con excepción de los de pimienta, canela y clavo, cuyas ganancias iban hacia la corona portuguesa.
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