Su portavoz Loudger Mazile confirmó a la prensa que aún las dos personas de nacionalidad francesa -una monja y un sacerdote- permanecen en manos de los perpetradores, así como los laicos.
El 11 de abril 10 personas fueron raptadas en la comuna de Croix des Bouquets, a unos 10 kilómetros de esta capital, mientras se dirigían a la instalación de un párroco en la comuna de Ganthier.
Entre las víctimas figuraban cinco sacerdotes, dos monjas y tres fieles, según confirmó la Conferencia Episcopal.
Varios testigos culparon del crimen a la banda 400 Mawozo que opera en la zona y en febrero último fue acusada por la autoridades de promover la fuga de más de 400 reos de la prisión civil de Croix des Bouquets.
La pandilla exigió un rescate de un millón de dólares para liberarlos, aunque Mazile no informó si se efectúo el pago.
La víspera la Iglesia católica inició un paro en sus entidades, salvo las hospitalarias y centros de salud, para reclamar al Gobierno que frene la ola de violencia y denunciar la ‘dictadura de los secuestros’.
La inseguridad se disparó en Haití en los últimos meses, mientras el país se prepara para aprobar una nueva Constitución y realizar elecciones generales, aunque el presidente Jovenel Moïse no alcanzó un consenso mínimo.
Recientemente, Religiones por la Paz se ofreció para mediar en un diálogo nacional, pero semanas después abandonó el proyecto tras la negativa de fuertes partidos opositores.
Organizaciones como la Red Nacional de Derechos Humanos aseguran que la ola de secuestros está directamente relacionada con el Ejecutivo, en su intento de permanecer en el poder a pesar del rechazo popular.
Por su parte, hospitales como el Bernad Mevs en la capital o el Saint Boniface, al sudoeste de Puerto Príncipe, cerraron sus puertas para denunciar casos como esos entre su personal.
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