La investigación confirmó que para la mayoría de las féminas sanas que se encuentran dentro de la primera década del inicio del climaterio y menores de 60 años de edad, el tratamiento alivia los síntomas vasomotores (sofocos y sudoración nocturna) y reduce la posibilidad de fracturas óseas.
Los autores pertenecientes a la North American Menopause Society (NAMS), señalan que las vulnerabilidades de ese proceder varían considerablemente según el tipo, la dosis, la duración, el momento del inicio del plan, la vía de administración, y el empleo de la progesterona.
“Los profesionales de la salud que atienden a mujeres menopáusicas deben comprender los conceptos básicos de riesgos relativo y absoluto”, señaló Stephanie S. Faubion, directora médica de la NAMS.
La también directora del Mayo Clinic Center for Women’s Health agregó que la individualización del tratamiento es clave, con el propósito de maximizar los resultados y minimizar los posibles peligros.
El artículo científico además refiere, que la evaluación periódica de las pacientes por un equipo multidisciplinario, así como la duración del procedimiento por indicaciones documentadas, resaltan entre las sugerencias para lograr el éxito.
La investigación aseguró que las mujeres con problemas de calidad de vida o riesgo de osteoporosis, tienen la opción de continuar la terapia hormonal más allá de los 60 o 65 años, después de un riguroso chequeo y conocimiento del tema.
Exámenes recientes demuestran que una dosis baja de estrógeno vaginal u otras terapias sin este componente independientemente de la edad, tienen eficacia en los tratamientos médicos recomendados a nivel mundial.
De acuerdo con la indagación, es necesario el desarrollo de más investigaciones sobre el riesgo trombótico, los posibles efectos tras un cáncer de mama o de endometrio y la mortalidad por todas las causas, al llegar el final de los años reproductivos.
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