Ubicada a unos 90 kilómetros al norte de la capital nicaragüense, aquí se observan objetos personales del príncipe de las letras castellanas, quien vivió en esta casa durante sus primeros 14 años.
Convertida en museo y archivo desde febrero 1964 por iniciativa del doctor Edgardo Buitrago, el lugar cuenta con cuatro salas expositivas que recrean ambientes del siglo XIX y detalles de la vida del escritor.
El primer salón lo compone el dormitorio donde se conserva la cama en la que agonizó y murió el bardo, además de muebles de la época y dos mascarillas mortuorias que recuerdan el triste momento.
Quienes desean conocer sobre las tertulias de la familia del también periodista y diplomático, vistan la segunda sala, la cual trata de mantener el estilo original y se encuentra en la propia esquina de la casa.
En ese orden, el recorrido por el lugar lleva la visitante a la sección de Archivos, donde se exhiben textos, documentos originales y fotocopias de manuscritos.
También se aprecia el traje de diplomático con sus guantes, el sombrero, espada y un pañuelo de seda usados por Rubén en Madrid en 1908 cuando fue Embajador de Nicaragua en España.
En la cuarta sala se ubica la biblioteca compuesta por más de dos mil 500 volúmenes con las obras del escritor y otros autores nicaragüenses e hispanoamericanos.
“Entre las obras del autor de “Azul” (1888) el museo cuenta con unos 30 originales de las llamadas ediciones príncipes o primeras ediciones, además de una colección de la Revista Mundial que recuerda su etapa como periodista”, comentó a Prensa Latina el director del centro, Miguel Ángel Martínez.
A decir de Martínez, el museo es un lugar de obligada visita para todos los amantes de la literatura hispanoamericana, por lo que representa Rubén Darío para las letras del continente.
“Aquí conservamos unos 300 folios de manuscritos y ciertas fotos que pertenecieron al escritor”, comentó.
En el museo se observan también placas donadas por embajadas de varios países y centros culturales en homenaje a la figura del poeta del país centroamericano por su destacada labor literaria.
Con un amplio patio interior y varias habitaciones en su alrededor, la casa conserva su estructura colonial que ubican al visitante en pleno siglo XIX.
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