Reiteramos nuestra enérgica condena a las prácticas del ocupante turco y sus milicias extremistas de interrumpir por 17 días consecutivos el funcionamiento de la planta de agua de Alouk que alimenta a cientos de miles de civiles en Hasakeh, afirma una declaración de la Cancillería.
La nota califica de brutal esa medida, que se repite por vigésimo tercera vez desde el ingreso de las fuerzas turcas al norte de Siria en octubre de 2019.
Aclara que esa acción coincide con la agudización de la pandemia de la Covid-19 y las altas temperaturas.
Eso viola las disposiciones del Derecho Internacional Humanitario, especialmente en lo referente a la inadmisibilidad del uso del agua como arma de guerra, señala el texto.
Anteriormente, el vicecanciller Bashar Jaafari convocó a los representantes de las Naciones Unidas y del Comité Internacional de la Cruz Roja que operan en Siria, y exigió que transmitieran a sus superiores en Nueva York y Ginebra la necesidad de presionar a las autoridades turcas para permitir de inmediato el bombeo de agua desde la planta Alouk.
Las fuerzas turcas ocupan extensas áreas en las provincias norteñas sirias de Hasakeh, Raqa, Alepo e Idlib, donde patrocinan la milicia ilegal Ejército Nacional Sirio.
Damasco calificó esa presencia de ocupación y acusó a Ankara de hacer cambio demográfico al seguir una política de turquización al imponer su moneda, cambiar los enfoques escolares, imponer el turco como segundo idioma y presionar a familias para desplazarlas y sustituirlas por otras leales a Ankara.
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