En el mes de fervor patrio en curso, los guatemaltecos reverencian este jueves a su ave nacional, declarada así en 1871 durante el gobierno de Miguel García Granados, y presente en el escudo y moneda.
El hábitat del llamado «pájaro serpiente» abarca las regiones montañosas, subtropicales y húmedas a mil 500 y dos mil metros sobre el nivel del mar (bosques nubosos), del que cada vez quedan menos en Guatemala por la desmesurada tala de bosques, incendios forestales y el avance de la población hacia esos terrenos.
Solo se pueden encontrar en territorio de las Verapaces, El Progreso, Zacapa, San Marcos, Huehuetenango, Quiché, Sololá y la cadena volcánica, por eso aparece, tristemente, en la lista de especies en peligro de extinción.
En los últimos años, el Consejo Nacional de Áreas Protegidas trabaja de conjunto con socios estratégicos en la protección del ave nacional y su hábitat. Parte de este esfuerzo fue la declaratoria del Biotopo del Quetzal y el establecimiento del Corredor Biológico del Bosque Nuboso, espacios que cuentan con la población más grande del país.
Los libros sagrados de los mayas ubican al quetzal (nombre popular) en el centro de la historia y cultura de los pueblos prehispánicos. En maya se le denomina «Kuk» y los quichés le llaman «guc» o «gugú», mientras que en Q’eckchi es G’oog.
La leyenda también le rodea, pues se le considera el espíritu o nahual del valiente guerrero quiché Tecún Umán, quien se opuso a la invasión española.
Según relatos, el conquistador Pedro de Alvarado hirió mortalmente al rey mientras luchaban; entonces un quetzal bajó y se posó en su herida, con lo cual la sangre marcó para siempre el rojo carmesí intenso de su pecho.
Científicamente se le conoce como Pharomacrus Mocinno, nombre dado en honor al naturalista José María Mociño, quien realizó varias exploraciones en Guatemala a finales del siglo XVIII y llevó los primeros especímenes a Europa.
Pertenece a la familia de los trogones y, en opinión de expertos, es el más bello ejemplar de este grupo, por eso quienes tienen la dicha de contemplarlo quedan maravillados con el colorido de su plumaje, el cual varía de tonalidad y brillo ante los cambios de luz.
Según descripciones de expertos, en la cabeza es verde y forma un penacho sedoso de alrededor de tres centímetros de ancho, característico de los machos, al igual que una larga cola que puede medir hasta 1,05 metros.
Presente también en la letra del Himno Nacional, en el nombre de la segunda ciudad en importancia (Quetzaltenango), y en una de las máximas condecoraciones del Gobierno con sus seis grados (Orden del Quetzal), esta ave se considera una metáfora de Guatemala.
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