La legislación, aprobada durante el mes pasado, proporciona 10 mil millones de dólares para invertir en centros regionales en todo el país, y un crédito fiscal de inversión de 25 por ciento para gastos de fabricación de semiconductores y equipos relacionados.
Denominada Chips and Science Act, la normativa dispone igualmente de exenciones fiscales a corporaciones que construyan plantas de confecciones de chips informáticos en territorio nacional.
No obstante, según aclaró la secretaria de Comercio de la nación norteña, Gina Raimondo, las compañías tecnológicas de Estados Unidos que reciban fondos federales tendrán un nivel de actividad restringido con el gigante asiático.
“Implementaremos medidas de protección para garantizar que aquellos que reciben capitales no puedan comprometer la seguridad nacional, no pueden desarrollar tecnologías de punta en China durante un período de diez años”, dijo en conferencia de prensa en la Casa Blanca durante la víspera.
La funcionaria aclaró que aquellas firmas beneficiadas solo pueden expandir sus fábricas de nodos maduros en la nación de Asia para servir al mercado interno, en referencia a una generación más antigua y más barata de producción de chips todavía empleada en pantallas de computadora y automóviles.
La embajada china en Washington se había opuesto oportunamente al proyecto de ley de semiconductores, y la calificó como una reminiscencia de una mentalidad de Guerra Fría.
Algunos fabricantes de chips estadounidenses alegan estar experimentando ya la presión de las medidas de Washington contra la venta de tecnología estadounidense a sus socios en China.
En declaraciones a la empresa multinacional Nvidia Corporation, el funcionario Dan Ives, de Wedbush Securitiesm, calificó las restricciones como un golpe.
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