La cita llamada Evangélicos con Lula y Alckmin (exgobernador Geraldo, vice en la fórmula electiva) ocurrirá en el Centro Cultural Seven Music.
El pastor Paulo Marcelo, candidato a diputado federal por Solidaridad, partido que apoya Lula, estará allí en ese intercambio de opiniones.
Según el diario Folha de Sao Paulo, la ofensiva petista para recuperar terreno en los templos patinaba hasta ahora, con poco más que videos dirigidos a cristianos y un anuncio en Google en un enlace que desmiente las fake news (noticias falsas) sobre la intención de Lula de acabar con iglesias.
Al respecto, la página oficial del PT asegura que en el período en que la organización política gobernó Brasil, entre 2003 y 2016, la cantidad de evangélicos en el país creció 129 por ciento, según muestran datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) y del Instituto Datafolha.
En 2003, en el primer año de administración de Lula, había cerca de 26,2 millones de evangélicos en Brasil, refiere el IBGE.
Para 2010, cuando Dilma Rousseff fue elegida para su primer mandato presidencial, ese número escaló para 42,3 millones de brasileños, también de acuerdo con el IBGE.
Tal crecimiento siguió en los calendarios siguientes y, en 2016, año del golpe parlamentario judicial que destituyó a Rousseff, la población evangélica estaba formada por cerca de 60 millones de personas, indica Datafolha, citado por el PT.
En valores absolutos, hubo un crecimiento del 129 por ciento de la población evangélica en Brasil mientras el partido estaba en el gobierno, un promedio de 27,6 por ciento cada tres años.
Además de factores objetivos que contribuyeron para ese aumento, como la prosperidad económica promovida por las políticas de los gobiernos petistas, estaba un elemento fundamental: la libertad religiosa y el fortalecimiento de los lazos humanos y sociales, promovidos durante los mandatos del PT.
El sitio detalla que, en diciembre de 2003, Lula sancionó la ley que permitió que los santuarios y asociaciones religiosas pasaran a tener personalidad jurídica, para que dejaran de ser clasificadas como simples entidades de clase, como clubes de fútbol y otras organizaciones no religiosas.
Así, cada iglesia pasó a tener la prerrogativa de formular su propio estatuto. En septiembre de 2009, el entonces presidente firmó la ley que creó el Día Nacional de la Marcha para Jesús, y en septiembre de 2010 la que instituyó el 30 de noviembre como Día Nacional del Evangélico.
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