Científicos y activistas coincidieron en salir a la palestra para alertar contra la extendida práctica de aligerar el negro en la epidermis de las camerunesas debido a las “consecuencias devastadoras que esos tratamientos tienen en la piel”.
El arma más efectiva esgrimida por los adalides de la campaña antiblanqueo es que la piel negra protege cinco veces más de los rayos ultravioletas que la blanca; es más resistente, envejece con mayor lentitud y, por si fuera poco, no tiene nada que envidiar a otros tonos cutáneos.
Propugnamos el retorno de África a su originalidad, declaró a la prensa el fundador-director de la asociación Black Attitude (Actitud Negra, en inglés) Alex Ebonguè, adversario acérrimo de los procedimientos para despojar a la epidermis africanas de su color natural.
Ejemplos de los estragos cutáneos sometidos a blanqueamiento sobran, entre los más notorios el de la difunta estrella del rock Michael Jackson, cuya transformación facial en los últimos días de su existencia era visible.
La creciente popularidad del proceso y sus implicaciones socio-culturales traen a la memoria la consigna enarbolada en la década de los años ´60 del pasado por las Panteras Negras estadounidenses: Black is beautiful; we are beautiful (Negro es bello; somos bellos” enunciada por Stockely Carmichael.
El símbolo más visible a escala internacional de esa corriente en favor de los derechos civiles de los afroamericanos fue el peinado afro de la filósofa, profesora universitaria y activista política estadounidense Angela Davis, en cierta forma bella aún en la actualidad a sus 78 años cumplidos.
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