Los cambios en su Comité Ejecutivo Nacional (CEN), que reduce a 12 sus cargos e incorpora a gobernadores estatales como un factor de referencia, así como cambios en sus estatutos, la declaración de principios y el programa político, le confieren una organicidad que hacen más adulto y estable al partido.
Morena sigue siendo básicamente un movimiento cuyo rápido y pragmático crecimiento atrofió la estructura de partido, en el que se ha ido convirtiendo poco a poco en casi cuatro años de gobierno, con todos los peligros que derivan de tendencias internas, muchas “importadas” por la procedencia sus nuevos miembros.
Esta realidad fundamentó los puntos clave del congreso en cuanto a los cambios en el CEN, la racionalización de cargos y la precisión ideológica de sus documentos básicos, en especial su programa político, dirigidos a fortalecer su base filosófica que es la cuarta transformación de la vida social de México, y su consigna primero los pobres.
Se pretendió eliminar incluso conceptos que han actuado hasta ahora como cimientos de esa cuarta transformación, como el primer párrafo de los estatutos, en el cual se define a Morena como “un partido-movimiento de izquierda y antineoliberal conformado por mexicanas y mexicanos libres que impulsan la Cuarta Transformación de México”.
La palabra “izquierda”, al parecer, molestaba a algunos, pero la mayoría se impuso y no fue eliminada.
En los otros dos documentos básicos (programa de acción y declaración de principios), se mantuvo la definición que da razón a la existencia de Morena:
El partido define que lucha por erradicar la corrupción, las prácticas antidemocráticas, la injusticia y los poderes fácticos que aun existen en México, que en el pasado reciente llevaron al país a la decadencia, así como por “erradicar las rémoras” que dejó el periodo neoliberal.
Sin embargo, en la votación de esos documentos básicos la aprobación no fue por unanimidad sino por mil 807 votos a favor, 520 en contra y 38 abstenciones, y una buena cantidad de los más de dos mil 800 delegados no sufragaron, lo cual es una alerta a tomar muy en cuenta en los esfuerzos de unidad.
En ese sentido es de vital importancia la decisión de la mayoría de los delegados de conferir en los estatutos aprobados preponderancia a los Comités de Defensa de la Transformación (CDT) como base de la estructura organizativa de esta fuerza política, los cuales deberán operar desde los barrios hasta las comunidades de mexicanos en el extranjero.
Delegados advirtieron en el debate que ese mecanismo no es unipersonal ni debe ser tomado como bandera propia de los aspirantes a ser elegidos como el candidato presidencial de Morena para los comicios generales de 2024.
Por el contrario, los aspirantes presidenciales “deberán comprometerse con este proyecto como requisito estrictamente indispensable para ser considerados en el proceso de encuestas previsto en la convocatoria que emita el CEM para definir dicha candidatura».
La elección de Alfonso Durazo como presidente del CEN, un hombre de confianza de López Obrador, gobernador de Sonora y los mandatarios estatales, representantes de asambleas distritales, es vista por afiliados como un factor de equilibrio necesario al interior de la alta dirigencia del partido, en especial de su presidente y secretaria general.
A ello apunta, incluso, la integración de los 12 cargos a los que se redujo la estructura del CEN, pues con cada uno de los secretarios elegidos se pretende, al parecer, tener una representación de las tendencias políticas más sobresalientes.
Hay rumores de que el CEN, que presidía Bertha Luján, tendrá más facultades ahora con Durazo, entre ellas la de participar en los procesos de designación de candidatos a puestos de elección popular.
Aunque la continuidad al frente del partido del presidente Mario Delgado y la secretaria general Citlalli Hernández puede implicar sostener el estilo excesivamente pragmático que se ha utilizado hasta ahora para abrir la puerta a candidaturas de personajes sin apego real a los postulados de Morena.
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