Dirigida por Serguéi Zemlianski, la puesta en escena estuvo a cargo del Centro de Teatro y Cine bajo la dirección de Nikita Mijalkov, el reconocido actor y director de clásicos de la filmografía soviética y rusa.
“Estas son historias sobre personas. Sobre personas inestables, fragmentadas, tanto espiritualmente como socialmente. Pero aún así, rompiéndose desesperadamente entre sí, tratando de encontrar la luz en sí mismas y encontrándola, preservando”, dijo el director y coreógrafo a la agencia de noticias TASS.
Zemlianski señaló que es más interesante para él trabajar con artistas dramáticos, ya que pueden expresar de manera más profunda y emocional las experiencias de los personajes, agregar colores y crear un personajes únicos.
Explicó que en esta actuación plástica, los artistas juegan casi sin palabras, principalmente usando lenguaje corporal y pantomima. Con muy poca escenografía y escenario, los espectadores aparecen inmersos en la atmósfera de un pueblo mediante pinturas de una casa de pueblo, bosques y campos.
Las historias Barinia y Baba se unen en la obra por el tema de la felicidad fugaz y la vida de los protagonistas arruinada por los acontecimientos que van sucediendo.
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