Las manifestaciones callejeras fueron convocadas por la campaña Enough is Enough (Ya Basta), y tienen lugar en medio centenar de ciudades británicas el mismo día en que entra en vigor el nuevo aumento de la tarifa eléctrica y gas autorizado por el ente regulador de la energía.
Aunque el Gobierno limitó a dos mil 500 libras esterlinas (casi dos mil 790 dólares) el tope anual que las compañías suministradoras podrán cobrar a sus clientes, los organizadores de la protesta consideran que el alza autorizada obligará a millones de personas a tener que escoger entre calentarse o alimentarse durante el invierno.
También exigen un alza salarial que permita hacer frente a una inflación que roza los dos dígitos, comidas gratis en todos los niveles escolares, que se mejore la calefacción de los hogares del país, y que se cobren impuestos más altos a las personas de mayores ingresos.
Este sábado protestan además los activistas de la campaña Don´t Pay, que exhorta a los británicos a dejar de pagar las facturas de electricidad y gas, Just Stop Oil, un grupo ecologista que exige al Gobierno poner fin a la extracción de combustibles fósiles, y otras organizaciones ambientalistas como Extinction Rebellion e Insulate Britain.
Los trabajadores ferroviarios iniciaron, por su parte, la mayor huelga del sector en varias décadas, luego de que cuatro sindicatos afines se pusieron de acuerdo para paralizar el servicio de trenes durante 24 horas.
No queremos afectar al público, y sentimos mucho que pase, pero el Gobierno es el culpable de esta situación al recortar puestos de trabajo, nuestras pensiones y nuestros salarios a pesar de la inflación, aseguró este sábado el secretario general del Sindicato de Trabajadores Ferroviarios, Marítimos y del Transporte, Mick Lynch.
La huelga ferroviaria, que coincide con el paro de 48 horas iniciado la víspera por los empleados de correos en demanda también de un sueldo digno, ocurre en vísperas de la maratón de Londres y del comienzo del congreso anual del gobernante Partido Conservador en Birmingham.
El Gobierno anunció la semana pasada una histórica rebaja de impuestos como parte de un plan para estimular el crecimiento económico, pero la medida desestabilizó el mercado financiero y hizo caer a la libra esterlina, ante el temor de que dispare la deuda pública británica.
Los críticos del recorte fiscal propuesto por la primera ministra Liz Truss consideran, además, que solo beneficiará a las personas de mayores ingresos y a las grandes corporaciones.
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