El llamado de las autoridades a mantener el distanciamiento social debido a la pandemia generada por el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad respiratoria severa denominada Covid-19, está en el centro de la efeméride porque aún es alto- más de mil diarios- el número de nuevos casos, así como de pacientes hospitalizados.
Por segundo año consecutivo se repite este escenario y por ello las concentraciones de algunos sindicatos y los jolgorios en los grandes parques urbanos para comer, beber, oír música, bailar e incluso acampar por una o dos noches como es tradicional, quedó sustituido por el recogimiento familiar.
Pese a los tres millones de vacunados -cerca de un millón y medio con las dos dosis-, la dramática situación de marzo con más de cinco mil contagiados por día y el sistema de salud casi colapsado por una ocupación hospitalaria cercana a los ocho mil pacientes alarmó a los expertos, quienes opinan que toda prevención es poca.
La pandemia por un virus desconocido, letal y que aparece hoy en varias regiones del mundo con cepas diferentes cumplió casi año y medio desde su detección y el futuro sigue siendo incierto, pues nadie osó siquiera aventurarse a pronosticar una fecha de retorno a una vida normal o incluso a algo que se ha dado en llamar ‘nueva normalidad’.
En Serbia, como en todo el orbe, esa incertidumbre se refleja con mayor inquietud en los trabajadores, que ven afectados sus derechos, entre ellos el fundamental, el de tener un puesto para recibir un salario que le permita sustentar a la familia.
El panorama actual lo describió hoy para la televisión pública RTS Vladimir Gvozdenovic, de la Unión de Sindicatos Independientes de Novi Sad, segunda ciudad en importancia, al denunciar el aumento de la precariedad del trabajo y la reducción del acuerdo colectivo.
Se impone, añadió, el llamado empleo flexible y es cada vez menor el contrato permanente, al tiempo que las nuevas leyes van segando poco a poco los ya escasos derechos de obreros y empleados.
También se incrementó el número de quienes laboran sin estar debidamente registrados y son precisamente esos las más afectados.
Se trata de quienes reciben salarios inferiores, con la posibilidad de quedar desempleados sin derecho a compensación o protección.
Si bien los gremios y los patronos reconocen el apoyo del estado con subsidios y compensaciones en materia de sueldos para mantener el empleo, ellas solo cubren el equivalente al ingreso mínimo, en contraste con el visible encarecimiento de la vida.
Resulta paradójico que los trabajadores serbios, en las actuales circunstancias agudizadas por la pandemia, se enfrenten en pleno siglo XXI a una situación de precariedad, similar en aspectos vitales, a la de aquellos predecesores de Chicago reprimidos en 1886, el hecho histórico del que nació la celebración del 1 de Mayo.
jha/Rmh