Según la fuente, el artefacto fue plantado por la milicia hutí, que desde hace más de un año intenta apoderarse de la capital de ese territorio, rico en petróleo y gas.
Saba identificó a las víctimas mortales como Saqer Mohamed Sinan, de ocho años, y Abdullah Khaimah Ashareef, de 12.
El domingo último estallaron violentos choques en diversos puntos de la geografía nacional entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes tras expirar una tregua, que entró en vigor el 2 de abril y prorrogada cada dos meses desde entonces.
Las hostilidades se reanudaron pese a la labor del enviado especial de la ONU para el país, Hans Grundberg, quien intentó, sin éxito, extender el cese de los combates.
Tanto el Gobierno como los rebeldes hutíes se acusaron mutuamente por el fracaso a la hora de mantener en silencio a las armas.
“Cada vez que se forma una oportunidad para la paz, la milicia hutí (….) elige desperdiciarla, prefiriendo la opción de la guerra”, denunció en Twitter el primer ministro, Maeen Abdulmalek.
Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), más de 23 millones de yemenitas, de un total de 31 millones, necesitan asistencia humanitaria o protección, pero las agencias de la ONU solo pueden proporcionar ayuda a 11,6 millones cada mes.
OCHA estima que más de 500 mil niños en Yemen sufren desnutrición aguda, incluidos 60 mil afectados por complicaciones médicas que corren el riesgo de morir.
La guerra estalló en 2014, cuando los rebeldes hutíes se levantaron en armas y ocuparon grandes extensiones del país, incluida su capital, Sana.
Al año siguiente, una coalición árabe, encabezada por Arabia Saudita, intervino en el conflicto en respaldo del Ejecutivo.
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