Aproximadamente 187 mil niños y adolescentes que se inscribieron en el sistema no concluyeron el ciclo, una cifra superior a los 108 mil 791 registrados en 2020.
Catedráticos consultados sobre el tema afirman que esa niñez no solo es parte de la expulsión, sino de la problemática socioeconómica del país, sobre todo durante la pandemia de la Covid-19, con gran peso en las actuales cifras de abandono de los estudiantes tanto en el sistema público como el privado.
La primaria, de acuerdo con directivos, es el nivel con la matrícula más robusta con 2,3 millones de inscritos en 2021; sin embargo, registra también la mayor cantidad de niños que desertaron en los últimos dos años, en total 295 mil 574 sin tener la certeza de si volvieron a incorporarse en el ciclo siguiente.
A juicio del analista Mario Rodríguez, citado por el diario Prensa Libre, las cifras son alarmantes y deben importar porque es la escuela la que está expulsando a los niños y se está perdiendo la escolaridad.
«Si a esto le sumamos que tampoco se tiene una cobertura educativa total, lo que estamos haciendo es condenar a nuestra niñez a la ignorancia, a negarles el derecho a la educación», puntualizó Rodríguez.
El cuadro no cambia en el nivel secundario, ya que 55 mil 281 niños que vencieron el sexto grado no dieron el salto al otro nivel, el cual presenta una matrícula mucho menor en parte por la deserción escolar. De los 712 mil 460 estudiantes inscritos en los tres grados del nivel básico, el nueve por ciento se retiró y los departamentos con mayor índice son Guatemala, San Marcos, Alta Verapaz, Escuintla, Quiché y Jutiapa.
En el diversificado, las bajas aumentan con una pérdida de 31 mil alumnos en 2021 y se suman Petén, Quetzaltenango y Huehuetenango.
De acuerdo con expertos, cuando hay deserción se trunca el proceso formativo y el Estado tiene gran responsabilidad en atender las motivaciones que provocaron el retiro y dar una respuesta.
Estudios de organizaciones confirman que la salida prematura responde en muchos casos a la falta de recursos y la urgencia de apoyar económicamente en el hogar.
Cuando esto ocurre en el ciclo básico o diversificado, el impacto es mayor, porque son adolescentes vulnerables a involucrarse en actividades ilícitas, en circuitos de violencia o migrar por la falta de oportunidades.
oda/mmc