Es común escuchar refranes como: “no tener pelos en la lengua’, “tener lengua viperina”, “tener una palabra en la punta de la lengua”, “tiene una lengua que se la pisa” y «cuando se muera necesitará dos cajas una para el cuerpo y otra para la lengua”, entre otros muy conocidos en el habla popular.
Empero desde la odontología los expertos recomiendan el cepillado diario y varias veces en una jornada, pero no todos, inexplicablemente, orientan la limpieza de esa parte del cuerpo que puede medir entre ocho y 10 centímetros de longitud.
Cumple varias funciones y cuando se localiza en ella una lesión, suele ser muy dolorosa, generando malestar para hablar y comer.
Rocío Cerero, asesora de medicina oral del Centro Odontológico Hospital San Rafael en Madrid, España, explica que se trata de un conjunto de músculos entrelazados, concretamente 17, de los que todos son pares y laterales menos uno, que es impar y medio.
El dorso lingual no es liso, tiene papilas filiformes, parecidas a los pelos y en las irregularidades de la misma, hay posibilidades de que alberguen células descamadas, bacterias, e incluso restos de comida.
«Debemos partir de la base de que la lengua (al igual que el resto de la boca) no es estéril, por lo que es normal que tenga microorganismos, que permanecen en equilibrio unos con otros, y sin producir patología en circunstancias normales», precisó Cerero.
Alteraciones como falta de saliva, la ingesta de un determinado medicamento o disminución de la inmunidad en una persona hacen quebrar la armonía en esa parte del cuerpo.
Cerero —citada por sitio Infosalus.com— recomienda usar un cepillo blando y pasarlo por la lengua por breve tiempo sin presionarlo para evitar irritación, y no es necesario, aclara la experta, utilizar pasta dental.
De todas las patologías que pueden afectar a la lengua, que incluye toda la mucosa oral, la más importante es el cáncer oral, enfermedad en la que es indispensable un diagnóstico precoz, alertó.
También existen lo que actualmente se denominan lesiones orales potencialmente dañinas, alteraciones que tienen riesgo de malignización. Entre ellas, resalta la leucoplasia, una placa blanca que no se puede remover y debe mantenerse una estrecha vigilancia sobre ella.
(Tomado del Semanario Orbe)