Luego de 10 etapas y mil 280 kilómetros de recorrido, en su mayoría de pura montaña, el guatemalteco Mardoqueo Vásquez se coronó bicampeón de esta edición 61 con banderazo de arrancada el 23 de octubre desde la capitalina Plaza de la Constitución.
Con este triunfo, el pedalista nacional entró en la historia del máximo evento deportivo de la tierra del Quetzal junto a sus compatriotas Saturnino Rustrián (1966) y Benigno Rustrián (1967), Mario Nufio (1971), Samuel Herrera (1972), Víctor Castañeda (1983), Roberto Nova (1984), Fernando Escobar (199) y Fermín Méndez (2000).
Pero en el caso de Vásquez, su mérito es mayor porque logró alzar la copa en dos ediciones al hilo, la de 2020 y este 2022, ya que la del pasado año se suspendió por las restricciones de la pandemia de la Covid-19.
El nombre de «Super Mardo», como le llaman cariñosamente sus seguidores, no sonó mucho en las primeras etapas; sin embargo, demostró su casta de campeón en la cuarta, considerada la «nueva etapa reina» por las alturas a vencer.
Desde entonces, vistió el suéter amarillo de líder y no lo soltó más con el apoyo incondicional de su equipo Hino-One La Red, que cuidó a su principal carta de triunfo en todos los trayectos y al que agradeció y dedicó el triunfo del 1 de noviembre.
Junto al ídolo nacional destacaron, además, Sergio Chumil en la categoría de mejor Sub-23 y en la clasificación general por equipos, el podio lo ocupó el Hino-One La Red.
Entre los seis países competidores, Ecuador alcanzó podio con el team de Movistar Best Pc (segundo en la tabla general) y Steven Haro, del Banco Guayaquil, se impuso en la categoría de premios de montaña de la llamada «fiesta del pedal».
Su cierre coincidió con el Día de Todos los Santos, cuando las familias acuden a los cementerios, agasajan a sus muertos y vuelan barriletes para enviarles mensajes.
Después de dos años de restricciones por la pandemia, la fecha cobró nuevamente su verdadera esencia, una reunión para compartir fundamentalmente entre familiares, pero también con los mejores amigos.
El centro de las celebraciones fue el fiambre, una especie de ensalada fría con mezcla de quesos, carnes, huevos y verduras curados en un caldillo muy especial, el cual simboliza la unión de la vida, por las verduras, y la muerte, por las carnes frías.
Otro momento especial de este 1 de noviembre ocurrió en los municipios de Sumpango y Santiago Sacatepéquez, que vieron cubrirse sus cielos con barriletes de todos los tamaños en un Festival único, cargado de simbolismo para los guatemaltecos y muy atractivo para los turistas.
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