El evento, que despertó gran interés por la cultura egipcia, desempolvó una historia que sigue siendo fascinante 100 años después.
Se trata posiblemente del faraón más conocido de todos los tiempos, esa figura con la cual se asocia popularmente el Antiguo Egipto; sin embargo, no todos saben que tuvo un reinado breve (del 1334 al 1325 a.n.e.) y sin sucesos reseñables.
Tutankamón o Tutanjatón fue uno de los últimos gobernantes de la dinastía XVIII del Imperio Nuevo —el número 12 del período—, que ascendió al trono con solo ocho o nueve años en un país sumido en el caos que dejara su padre, el también famoso faraón Akenatón, tras tomar la decisión de sustituir la religión politeísta por una monoteísta.
No es difícil imaginar que, con tan corta edad, el rey niño fue usado por los sacerdotes para revertir las políticas de su antecesor y restituir los viejos dioses y sus templos, aunque su mandato no duró mucho pues falleció prematuramente a los 19 años, dejando para la posteridad el enigma sobre las causas de su muerte.
Tras más de tres milenios, la tumba de Tutankamón seguía oculta en la necrópolis del Valle de los Reyes, hasta que a principios del pasado siglo el arqueólogo británico Howard Carter comenzó una búsqueda infructuosa que duraría seis temporadas.
A punto ya de abandonar el proyecto, realizó un último intento por encontrar el sepulcro.
Cuál no sería su sorpresa al descubrir —el 4 de noviembre de 1922—que bajo restos de excavaciones anteriores se escondían peldaños que conducían a la puerta sellada de una galería subterránea.
El científico intuyó que se trataba de una tumba real; sin embargo, solo días después pudo atravesar un largo pasillo, abrir un agujero y a la luz de una vela contemplar con fascinación los objetos maravillosos que se amontonaban en aquella habitación.
Junto al cuerpo momificado de Tut—nombre contemporáneo con el que también se conoce a este faraón—se encontraron tesoros formados por más de cinco mil piezas, entre ellas, una máscara funeraria de oro puro, considerada la obra más famosa del arte antiguo egipcio.
Aunque se dice que este sepulcro no fue saqueado antes de su descubrimiento, lo cierto es que hay evidencias de que en dos ocasiones se realizaron aberturas en las puertas selladas.
Tomando en cuenta que el lugar permaneció cerrado por aproximadamente tres mil 500 años, los expertos asumen que se trata de un recinto intacto que da cuenta de una de las etapas más importantes de la historia egipcia, de ahí su valor para la egiptología y la cultura humana.
Precisamente con el objetivo de celebrar el centenario de ese gran hallazgo y crear conciencia sobre el tema, este año Egipto lanzó una campaña que incluye la exhibición de algunas piezas encontradas en la tumba del faraón, entre las que destaca la famosa máscara áurea, expuesta actualmente en el Museo Egipcio de El Cairo.
(Tomado del Semanario Orbe)