Muchos jóvenes podrían preguntarse si la COP es «un juego de contar: 26, 27, 28». ¿O si es una cuenta regresiva real para salvar a nuestro planeta?, dijo a modo de crítica el presidente de Seychelles, Wavel Ramkalawan.
Las buenas decisiones deberían estar secundadas por «acciones concretas en lugar de otro conjunto de promesas que tardarán demasiado en materializarse», recomendó el jefe de Estado al hablar en la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27).
«Mi deseo y oración es que dejemos Sharm El-Sheikh… con un pacto de paz con nuestro planeta», declaró el gobernante, quien caracterizó el drama específico de los territorios insulares.
La contribución de las Seychelles a la destrucción del planeta es mínima, pero nosotros somos los que más sufrimos, con las islas «desapareciendo» y las zonas costeras amenazadas, ejemplificó.
Por su parte, el presidente de Gabón, Ali Bongo Ondimba, distinguió que la tasa nacional de deforestación continúa por debajo del 0,5 por ciento: “Probablemente somos el país con más carbono neto positivo en la Tierra», al contar con una superficie boscosa que cubre alrededor del 90 por ciento del territorio, apuntó.
Gabón, informó, espera seguir absorbiendo más de 100 millones de toneladas de dióxido de carbono por año y permanecer neutral en carbono más allá de 2050.
En nombre de la Unión África (UA), el jefe de Estado de Senegal y presidente pro tempore de la organización continental, Macky Sall, también remarcó la desigual contribución de las distintas regiones del Orbe al fenómeno del calentamiento global.
El continente africano, afirmó, contribuye en menos de un cuatro por ciento a los gases de efecto invernadero y, sin embargo, es la parte del planeta que más soporta el peso y costo de la crisis climática.
“Estamos a favor de la transición verde o simplemente de una transición equitativa, en lugar de que se tomen decisiones que perjudiquen nuestros procesos de desarrollo”, indicó.
Alrededor de 600 millones de africanos todavía carecen de la electricidad, apuntó Sall, en alusión a las grandes desigualdades de cara a la llamada transición energética, la cual plantea la sustitución de los combustibles fósiles por fuentes limpias.
Al decir del directivo de la UA, los que más contaminan deben pagar más para sacar a nuestro planeta del camino de crisis climática, y los compromisos no deben quedarse en “el ámbito de las promesas”.
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