El 11 de diciembre de 1997 en la ciudad japonesa de ese nombre se firmó este acuerdo internacional de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático cuyo objetivo fue reducir las emisiones de los principales gases de efecto invernadero.
Estos son seis: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6), generados por los miembros firmantes del acuerdo.
El pacto buscaba, además, promover el crecimiento sustentable en países en vías de desarrollo. Tras transitar un largo proceso de ratificación de las partes, no fue hasta el 16 de febrero de 2005 que entró en vigor, aún cuando uno de los principales contaminadores y causantes del cambio climático, Estados Unidos, se negó a asumirlo.
El primer periodo del Protocolo de Kioto va de 2008 al 2012, y el compromiso que asumieron los 180 países adheridos fue de reducir al menos un cinco por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero respecto al año 1990.
El segundo comenzó en 2013, con la Enmienda de Doha como extensión al Protocolo de Kioto, contemplado hasta el 31 de diciembre de 2020, fase en que las partes se comprometieron a bajar al menos un 18 por ciento dichas emisiones.
Las cifras llegaron a cumplirse, pero los gráficos de las emisiones de gases a nivel global no dejaron de crecer, pues el objetivo trazado en Kioto solo lo acometieron países firmantes, compromiso no asumido por naciones altamente contaminantes como Estados Unidos, China e India.
Luego, en 2015 se celebró la Cumbre del Clima en la capital de Francia, donde se pactó el Acuerdo de París para sustituir al Protocolo de Kioto, que resultó insuficiente para frenar el cambio climático.
Este mantiene el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para enfrentar la incidencia del cambio climático, proyectando que para el 2050 se limiten a cero y, además, propone contener el nivel de calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados.
Sin embargo, visto desde la perspectiva de hoy, el futuro no se proyecta muy alentador, pues para cumplir con París “las emisiones tendrán que reducirse un 45 por ciento más de lo previsto para 2030”, según el último informe sobre la Brecha de Emisiones de la ONU 2022, que alerta de que el planeta se encamina a un aumento térmico de 2,8 grados respecto a la era preindustrial.
mem/lpn