Una tribu con alrededor de 850 mil habitantes, conocidos antaño por ser temibles guerreros y convertidos hoy en pastores seminómadas; algunos tienen empleos o se desempeñan en diferentes oficios, pero siempre apegados al respeto de sus tradiciones, orgullosos de sus orígenes e historia.
Sus integrantes suelen ser esbeltos, altos, visten con colores brillantes, principalmente de tonos rojizos, pero también azul y amarillo; decoran los lóbulos de sus orejas con pendientes y ornamentos que las alargan, y a veces rodean los brazos y tobillos con gruesos hilos de cobre.
Las mujeres crean sus propios collares, aretes, cintas para el pelo y otros accesorios con cuentas, disponiéndolas en distintos patrones, que se convierten en codiciadas artesanías para los extranjeros que los visitan.
Sus poblados, llamados boma, están compuestos por chozas (mayantas), fabricadas con adobe, paja, barro y estiércol de animales, con pequeños tragaluces. Estas se sitúan en forma circular y a su alrededor colocan cercos con madera y espinas para protegerse de los ataques de animales salvajes. Desde el punto de vista social, se organizan en clanes y grupos, según las edades. Los adultos tienen más derechos y deberes, mientras que los ancianos, reunidos en un consejo, son los encargados de la religión y la política.
Tres ritos: enkipaata, eunoto y olng’esherr, inscriptos actualmente en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, marcan el tránsito por el que los jóvenes (moranes) acceden a la adultez.
Enkipaata es el acto solemne de la iniciación; eunoto es el afeitado ritual al que se les somete antes de que ser aislados en el monte, y olng’esherr es una ceremonia de consumo de carne que señala el final del moranismo.
Este elemento comprende, además, el aprendizaje de toda una serie de valores esenciales como el respeto, la responsabilidad, la salvaguarda del linaje y la transmisión de los conocimientos propios del pueblo masái.
Como en muchas tribus de África, la práctica de la poligamia es habitual, pues tener muchas esposas es símbolo de poder, mientras que sus riquezas se miden por la cantidad de ganado que se posea.
(Tomado de Cuarta Pared, suplemento cultural de Orbe)