Por Yadira Cruz Valera
Jefa de la Redacción África y Medio Oriente
Las economías ya resentidas de un continente devastado por guerras internas, injerencias extranjeras y el saqueo sin límite de sus recursos, tardarán mucho más en recuperarse, algunas vieron apenas unos pocos avances.
No obstante, empeño y dedicación no faltó en la mayoría de los países, las iniciativas para alcanzar acuerdos de paz en los conflictos más álgidos, la promoción del comercio intrarregional y los intentos de enfrentar unidos el desafío que impone el cambio climático para la región, son algunas de las estrategias que podrían dar resultados positivos a mediano o largo plazo.
PRINCIPALES DESAFÍOS
La seguridad alimentaria es hoy la preocupación central para muchas naciones africanas debido a los altos precios de los productos básicos como resultado del impasse provocado por la pandemia, el conflicto ruso-ucraniano y los desastres naturales heredados de un manejo inadecuado de la naturaleza.
Las inundaciones en África occidental entre junio y noviembre dejaron a su paso una estela de muerte y destrucción, alrededor de 1,4 millones de desplazados y más de 500 mil hectáreas de tierras de cultivo destruidas, lo cual demostró la vulnerabilidad del continente al impacto del cambio climático.
En tanto, la vida política de algunos de sus países se vio sacudida por reiterados golpes de Estado, conflictos internos, el resurgir y los continuados ataques de grupos extremistas como el Daesh, Boko Haram y otros, que amenazan la paz y la estabilidad.
ENFOQUE REGIONAL Y COOPERACIÓN
A pesar de esos obstáculos, en 2022 aumentó la cooperación regional, las iniciativas conjuntas, los planes de diversificación económica y esfuerzos para cerrar la brecha financiera en apoyo de la transición energética y la preservación de los recursos naturales.
Entre los más ambiciosos proyectos está el acuerdo del Área Continental Africana de Libre Comercio (AfCFTA, por sus siglas en inglés) que busca revivir el intercambio comercial entre Ruanda, Kenya y Ghana como parte del programa piloto de la Iniciativa de Comercio Guiado.
Hasta el momento cerca de 44 de los 54 signatarios ratificaron el pacto, destinado a crear la zona de libre comercio más grande del mundo en términos de número de países participantes.
El comercio intrarregional representa actualmente el 15 por ciento del total del continente, por debajo de tasas comparables en Europa (67 por ciento) y Asia (60 por ciento).
No obstante, se prevé que el AfCFTA podría impulsar las exportaciones africanas en un 29 por ciento o alrededor de 560 mil millones de dólares, y sacar a más de 30 millones de personas de la pobreza extrema para 2035, según las estadísticas preliminares.
ENERGÍA Y DIGITALIZACIÓN FINANCIERA
Expertos aseguran que los acuerdos energéticos transfronterizos respaldados por la expansión de la infraestructura hidroeléctrica podrían también fomentar la cooperación.
Entre ellos, el Proyecto Lesotho Highlands, el cual recibió un préstamo de 86,7 millones de dólares del Banco Africano de Desarrollo y cuyo objetivo es proporcionar agua a Sudáfrica y generar energía para Lesotho.
De manera similar, en 2022 el Banco Mundial comprometió fondos para el Programa de Expansión de la Electrificación Rural de Tanzania y el Proyecto de Refuerzo y Expansión de la Red de Uganda.
Con mayor alcance digital y las nuevas opciones de financiamiento, están preparados a fin de ampliar la cobertura financiera y aumentar el acceso a los fondos para las pequeñas y medianas empresas (pymes), que emplean aproximadamente al 80 por ciento de la fuerza laboral del continente.
Aunque algunos se oponen al desarrollo del comercio electrónico, el crecimiento de las transacciones digitales impulsa a los países de África a implementar un impuesto al dinero electrónico para expandir su alcance fiscal.
Países como Ghana y Zimbabwe lograron ampliar sus ingresos fiscales al enfocarse en las transferencias de dinero móvil. Organismos financieros señalan como una fuente significativa y relativamente estable de ingresos extranjeros, las remesas globales que aumentaron durante el comienzo de la pandemia.
AGRICULTURA Y SOSTENIBILIDAD
En un esfuerzo por apoyar el crecimiento sostenible y reducir los altos precios de los productos básicos, muchas naciones africanas dirigen actualmente sus inversiones a la fabricación y el procesamiento agrícola para promover la industrialización de sus economías.
Costa de Marfil, por ejemplo, situó la agricultura en el centro de su estrategia de inversión pospandemia y de acuerdo con un informe del Lloyds Bank, es actualmente la economía más sólida de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao).
Por su parte, Ghana y Botswana se centran en la fabricación y el establecimiento de zonas económicas especiales.
Nigeria, en tanto, busca incentivar el procesamiento agrícola para maximizar el valor agregado, además, con el apoyo del Banco Africano de Desarrollo lanzó en octubre su programa de Zona Especial de Procesamiento Agroindustrial en ocho estados.
Otros países africanos intentan capitalizar el segmento de vehículos eléctricos de rápido crecimiento para cumplir con los objetivos económicos y de emisiones.
Sudáfrica, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del continente debido a su dependencia del carbón, es también el mayor mercado de vehículos eléctricos del África subsahariana.
Siguiendo los planes establecidos en su Estrategia de Transporte Verde 2018-50, el Gobierno sudafricano busca movilizar 513 mil millones en inversión en el segmento para 2050.
Egipto es otra importante economía que apunta a la fabricación y el desarrollo de vehículos eléctricos como un camino para reducir las emisiones.
COP27, ECOS Y BENEFICIOS
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) celebrada en Sharm El Sheikh, Egipto, en noviembre, marcó un importante momento para visibilizar el fenómeno de los países africanos y los mecanismos regionales, que demandan sin duda una mayor presencia en foros globales.
Quizás lo más importante de la COP27 fue el acuerdo sobre un fondo de pérdidas y daños para los países más vulnerables al cambio climático, muchos de los cuales se encuentran en África.
A principios de este año, el Banco Mundial lanzó el primer bono de conservación de la vida silvestre del mundo, un instrumento financiero de cinco años y 150 millones de dólares para fomentar el crecimiento de la población de rinocerontes negros en peligro de extinción.
Mientras, las naciones del sur y el este de África buscan utilizar intercambios climáticos por deuda similares conocidos como bonos azules para construir el llamado Gran Muro Azul, una iniciativa que protege los recursos marinos y costeros en el océano Índico desde Somalia hasta Sudáfrica.
En la COP27, la República Democrática del Congo se unió a Brasil e Indonesia en conversaciones para formar una alianza estratégica de conservación para las selvas tropicales.
Este acuerdo a largo plazo podría servir para proteger el 52 por ciento de la cubierta forestal mundial que se encuentra dentro de sus fronteras.
Entre iniciativas y propuestas comunes el continente africano trabaja en pos de un futuro mejor para las nuevas generaciones, aunque muchos sean los obstáculos a superar y los retos a enfrentar.
arb/ycv
